En un rancho muy humilde cerca del pueblo, vivía Don Jacinto, un anciano solterón, que tenía como compañía a un loro, “Samuel”, un perro que bautizó “el petiso” y un gato que era de un vecino que vino enfermo y él le puso “Audaz”.-
La comida era escasa, apenas para el anciano, y el pobre gato tenía que ingeniarse cazando ratones, y alguna sobra muy pequeña del alimento de Don Jacinto.-
Un día el gato decide dejar el rancho, y busca nuevos rumbos en el pueblo.-
Cuando ingresaba por una calle lateral, lo sorprende un enorme perro, que lo corrió dos cuadras y se salva porque había un árbol, y pudo subir.- Se dijo el mismo “parece que no le caí simpático al perrito, no era como “el petiso” de Don Jacinto.-
Continúa su periplo por el pueblo, y al llegar a una casa coqueta, lo corre una empleada con la escoba, y tuvo que refugiarse en una casa abandonada.-
“Audaz”, era un gato curioso, y tuvo la feliz idea de ingresar a una casa, donde encontrará una gata mimosa, que según su dueña Doña Petrona, una jubilada en buena posición, la llamaba “Pelusita”.-
Enseguida se hicieron buenos amigos, y se quedó en un galponcito con trastos viejos, donde encontró un lugar para dormir.-
La empleada doméstica Doña Juana se hizo cómplice de la situación, y le acercaba algo de comida, eso sí, un preparado nutritivo que comía la Pelusita, y este pobre desconocía.-
Claro vivía de susto en susto, porque el perro del vecino, desconocía su presencia, y oportunidad que tenía lo corría.-
Un día se sientan a charlar, y a contar sus vidas. “Audaz”, el gato de campo relató su humilde condición en que vivía. Dormía sobre un poncho viejo, comía cuando cazaba, pero su vida era tranquila, y sin sobresaltos.- “Pelusita”, también relata su vida, pero con muchas diferencias de convivencia.- Su cuna era de mimbre, con una frazada mora muy acogedora, y no tenía problema con su alimentación, porque su dueña Doña Petrona estaba en buena posición, y le compraba comida preparada, con los nutrientes necesarios, para un buen pelaje.-
“Aquí hay un solo problema indicó” Pelusita, en la otra cuadra hay un señor que caza los gatos, con una trampa y los tira muy lejos.- “¿Por qué lo hace?” preguntó Audaz.- Tiene miedo que sus queridos pajaritos se vean atacados por nosotros.-
A los pocos días, decide hacer un reconocimiento del barrio, y sale muy confiado a ver como viven el resto de sus habitantes. Cuando llega a una casa cercana, su dueña lo recibe con un balde de agua, donde lo moja y lo corre con una escoba.- Continúa su recorrido, y los perros de otros vecinos, preparados para la caza, lo persiguen sin darle alcance.-
Después de estos dos episodios, decide volver a la casa de Doña Petrona.-
Se vuelven a encontrar Audaz y Pelusita, y el pobre gato de campo, cuenta su trágico recorrido, y decide abandonar el pueblo.-
“Me voy le dijo” Audaz. “¿Por qué?” le pregunta Pelusita, “si acá, no te falta nada, tienes comida, abrigo, y personas que te aceptan”.-
“Es verdad” contesta Audaz, pero no soy dueño de caminar tranquilo, sin sobresaltos, sin perros que me quieran atacar”, “allá está el Petiso pero somos amigos, y nos respetamos”.-
“Es preferible comer menos, pero vivir tranquilo”, terminó diciendo Audaz.-
Se despidieron, seguirán siendo amigos, posiblemente se visitarán, pero él volvió a su rancho pobre, a su poncho viejo, a cazar ratones, y de esa manera, vivía feliz.- No siempre por tener comodidades y una buena comida se vive mejor. Todo lo hace el entorno, y al valor que cada uno le asigna a la situación que está viviendo.