En una charla de maripositas efímeras, cuya existencia dura apenas doce horas o un poco más, el tema era el futuro.
- Mi niña es una adolescente de dos horas- decía una.
- Mis cien bebés tienen diez minutos de nacidos y crecen que es una dicha- decía otra.
- Yo soy una anciana de once horas que sólo espera la muerte- opinaba una tercera.
- A mí no me gustaría ser eterna- agregaba la primera-, es demasiado tiempo, qué tal vivir un año, no sabría qué hacer con tanta vida.
- Debe ser muy triste la vida de los seres eternos, ¿Cierto?
- ¡Sí, pobre tortuga!- dijeron en coro.