- María, María. Tranquilízate, estas bien.
Mientras dejaba a sus espaldas la luz blanca que le pedía que la siguiese.
- ¿Qué pasó? …mi mamá, mi hermano ¿dónde están?, ¿quienes son ustedes?... Mi casa.
Y empezó a llorar.
- María, quiero que me cuentes, ¿como sucedió?... preguntó el ángel de ojos verdes y ropa blanca.
- Era de madrugada, la tempestad inundaba de agua y lodo mi casita, esa donde nos tocó vivir; mientras el desespero y llanto desconsolador de mamá, por encontrar a Simón, perturbaba mi tranquilidad en medio del rugido insensato e inclemente de la tierra. Cuando noté que mi hermano, tras los escombros y las grandes cantidades de tierra hablaba con Dios. Decía que nos amaba, le pedía humildemente que nos protegiera; sentía que ese era su último día. Corrí y tras el dolor de perderlo todo estaba el dolor de mi cuerpo, pues una piedra había destrozado mi brazo, recogí a mi hermano, lo entregué a alguien. ¿Pero quienes son ustedes?
- Nosotros somos el equipo de Misión médica y tú eres una valiente. ¿Quienes son ellos?
Con una risa de felicidad dijo:
- Ella es mi mamá, él es Simón. Mientras aprisionaba su oso de lana.
Poeta Solitario