Una bellísima mariposa monarca volaba llevada por el viento sin rumbo fijo. Se escapó del grupo que volaba hacia el sur, buscando el calor del verano, para conocer cosas nuevas. Estaba perdida. Su instinto le decía donde estaba el punto hacia donde debía encaminar sus aleteos pero la fuerza del viento, muy suave para un ser humano, era demasiado potente para sus tenues alas.
La brisa la llevó hasta un rosal florecido donde se posó semejando una más de las hermosas flores, más hermosa que ellas, si cabe la comparación, pero su suerte estaba decidida por el hado del destino. La bella anciana que estaba cortando las rosas para elaborar un lindo arreglo floral, estaba acompañada por su nieto entomólogo que la atrapó y la metió entre un frasco.
Moraleja: algunas mariposas vagarosas terminan entre una urna de cristal para ser exhibidas.