Se levantó de la cama aun en la casi penumbra de un día que no acababa de nacer.
Sus ojos se movían inquietos, incansables, enloquecidos. Perlas de sudor corrían por sus sienes y reflejaban puntos de luz que se metían por la ventana.
Miró la luna en un espasmo de quietud y levantó la mano izquierda para cubrirse de la luz plateada.
Respiraba agitada y entrecortadamente, apenas le salían una especie de gruñidos de entre los dientes.
Se acercó a la ventana, la abrió de par en par. El viento del invierno inundó la habitación y estremeció sus carnes.
El gruñido ininteligible de su voz se oyó como un quejido.
Se alejó unos pocos pasos de la ventana, volvió a la carrera y sin pensarlo dos veces saltó por la ventana de su piso nro. 27.
Caía y el gruñido de su voz no llegaba a ser un grito humano.
De pronto sintió su garganta libre y gritó mientras el duro cemento se acercaba inevitable...
Saltó sobre cama y levantó la cabeza.
Aspiró profundamente en un arranque de liberación.
Traspiraba y sentía que el miedo le había atenazado las articulaciones: "Una pesadilla" - pensó - "solo fue una pesadilla".
Salió de la cama y vió que aun no había amanecido.
La garganta le dolía, quiso volver a aspirar pero algo le obstruía respirar, quiso hablar y solo salía un gruñido.
Asustado abrió la ventana, quería respirar y no lo lograba, sintió el frío y trató otra vez pero solo volvió a emitir el mismo gruñido seco.
Se ahogaba, entró en pánico, le invadió la locura, sentía asfixiarse, su cuerpo comenzaba a agarrotarse, los pulmones eran bombas de fuego que le quemaban.
Corrió a la ventana y sin pensarlo saltó al vacío...
Caía y el gruñido de su voz no llegaba a ser un grito humano.
De pronto sintió su garganta libre y gritó mientras el duro cemento se acercaba inevitable.
Saltó sobre cama y levantó la cabeza, era la quinta vez que lo hacía...