Víctor era sumamente tímido, pero llevaba ya cinco sábados viendo a Nora en el club del barrio y hoy se animaría a sacarla a bailar, sí señor.
Se puso su camisa mas elegante, su pantalón favorito y hasta se animo a rosearse con Polo, que según su amigo Roberto era infalible.
Allí estaba ella, mas linda que nunca y solita, cerca del bar. Como si esto fuera poco comenzó a sonar su canción favorita.
Nora lo vio y sonrío, dejando ver sus dientes blancos como perlas y hasta le guiñó un ojo.
Víctor no lo podía creer y fue entonces que ya no espero más y se acerco a ella.
-Bailarías conmigo?-
-Claro que sí!!-
Caminaron al centro de la pista y Él la tomo entre sus brazos como todo un caballero, a lo que ella correspondió recostando su cabeza y rozando su mejilla contra la de Él.
Para Víctor fue una experiencia tan maravillosa que le hizo sentir un escalofrío.
Lo que no sintió, fue cuando se le cayó el chicle de su boca entreabierta, justo sobre la hermosa cabellera de la muchacha, que después de esa noche, tuvo que hacerse un nuevo e improvisado corte de cabello.
Por supuesto que no volvieron a bailar nunca más, y aun Él se pregunta que hizo mal.