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El niño y su burriquita.

 Quizá ya hayan oído de varias historias que pasan en los llanos venezolanos. Pero esta tiene algo poco peculiar. Es del amor, la conexión que existe entre el hombre y sus animales. El abuelo de Juancito dueño de unas tierritas por allí en algún lugar de los llanos guariqueños tenía unos animalitos entre ellos una docena de asnos que los utilizaba para las faenas diarias de los quehaceres del campo. Jacinto que siempre estaba al lado de su abuelo brindándole ayuda. En el crepúsculo de un colorido atardecer de verano el, pequeño Jacinto presencio el nacimiento una burriquita en los corrales del abuelo, siendo para el algo nuevo e indescriptible que lo marco de por vida sintiendo un gran respeto por la vida.   Siendo este un regalo por parte de su abuelo, la  burriquita que había nacido días atrás muy simpática, bonita, de grandes y tiernos ojos café, de un color marrón con manchas de tiras casi blancas y de pelaje casi terciopelado muy suave. El niño al ver la burriquita sintió esa gran alegría de soñar y compartir sus ratos libres con su nueva amiga, siempre andaban junto para todos lados, jugando y hasta la llevaba para la escuela.

 

Al pasar de los años el niño que paso a ser hombre sintió un apego muy amoroso hacia su burrita de la cual no quería dejar. Siendo esta su primera experiencia amorosa, cosa es muy común en los llanos. Pero que para la gente de ciudad es atroz y muy mal visto. La cosa es que el muchacho le dijo a su abuelo que él quería casarse con su burra para que no se la quitaran ni se la vendieran ya que la amaba mucho y no permitiría por ninguna razón que la alejaran de él. Y así Jacinto procedió a llevar su burra novia con el prefecto de la zona y con eso legalizar su situación cosa que se volvió un bum de tele chisme en la zona y hasta canciones le sacaron. El prefecto que era un hombre con un sentido de humor muy agudo siguiéndole el juego al muchacho. Le dijo: mira Jacinto por mí no hay problema esa es cosa tuya. Pero entre tanta muchacha bonita de este campo porque cazarte con la burrita. Mire doctol yo quiero mucho a mi burrita y antes de verla vendida y servida en pincho en la feria y de alimento pá los tigres prefiero casalme con ella y así tenerla siempre a mi lado. El prefecto le dice: a chico ya veo tú lo que quieres es defender el honor de tu dulcinea a capa y espada. Ta bien chico por orden mía y palabra mía usted es Mario de su burra. Así que valla para su casa y cuide a su burra.

 

Muchas de estas historias se repiten y se tejen como tela de araña creando toda una maraña de divertidos sucesos en toda región llanera del país y se convirtió en algo normal aunque el tema es un tabú tipo mito, nadie querrá que le echen los trapos a la calle ni mucho menos que su primera vez que con una burra. Quizás algunos recuerden aquellos Capítulos de isla presidencial el de la pesca, donde el intergaláctico de Chávez tenía una burrita allá en Sabaneta su pueblo natal donde perdió su virginidad, él se imaginaba la cosa de otra manera y en su pueblo era la costumbre y el recuerda que la quería llevar al cine a la burra Da Silva. Bueno esa una parte  textual del capítulo, y así tantas historias, de la burra y sus dueños. Así como el de la burra y el viejo abuelo que se quejaba que la burra le jala pal monte cada vez que pasaba cerca del cují negro camino a la laguna antaña, era que el nieto ya la tenía mal acostumbrada. Ah burra pá tremenda verdad.  Jejeje.

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