Empezó el día como siempre hablando en exceso, sin control, intimidando hasta al más resignado escucha, ultrajando en cada frase idioma y oído. Una mirada, expresión facial, acción ó frase produce el malentendido y genera la discusión cuya verborrea colma el ambiente de tensión y furia.
Las palabras pronunciadas en voz baja serán recordadas como una algarabía con batahola y sermón incluido. El galimatías armado es incontenible, la contra parte ya agotada permite la discusión en un sentido, añorando la muy lejana tregua que se hará esperar, hasta tanto no se agote el arsenal de razones dichas en honor a una sabia sicología doméstica.
¡Pero, madre, ... no es para tanto!, dijo Luciano, que como contraparte estaba perdido. Y agregó: ¡Tanta cantaleta y lo más importante no lo escuchas!
El suspiro de la madre llegó antecedido de muchas razones alegadas y ganadas, solo fue un soplo para continuar con el vendaval con lluvia de lágrimas que arreciaron en el temporal.
¡Cuando tengas tus hijos comprenderás! -Sentenció la madre secando el ímpetu del diluvio en su rostro y atajando la fortaleza del amor en su corazón.