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Atrapado en el viento... testigo de miles de imágenes.

He venido a conocer o más bien a reconocer estas calles tapiadas de polvo... ya nada queda de las voces que vaciaban de silencio todo el entorno.
Van quedando vacías las callejuelas y oscuros y siniestros los rincones.
Y yo me muevo entre el aire y las rendijas de los sueños.

¿Dónde se fue Anie después de crear a Eva?, ¿dónde quedaron las llaves del hotel de desahogos?, ¿dónde se fueron los irreverentes y los enamorados?

Hoy nadie queda y nadie viene.

Yo simplemente paseo por esta ciudad de otros nombres. De otras historias como la mía. Hoy soy otro y con otro rostro, pero la misma esencia.

Etéreo como el viento o como el tiempo.

Inaccesible ...
Inalcanzable...
En ambos sentidos.

Y las calles me reconocen con otro rostro, con otras letras, con otro amor en el pecho, con una sonrisa...

Los letreros de las calles borrosos han quedado, ciudad abandonada al recuerdo, a la nostalgia, aquella que me ha traído de vuelta. ¿Para que he regresado?, ¿cual la razón de torturar mi visión en los rincones muertos, de historias olvidadas por sus propios protagonistas?, ¿buscar de nuevo en los empolvados lugares la mirada dorada de la latina que unió sus letras a la mías?, ¿revivir las historias de los personajes muertos hace tanto tiempo que ya ni su esencia se percibe?.

Soy intruso en el campo muerto.

Soy anacronismo en las calles mustias.

Cierro los ojos para que el viento me acaricie y mi mente atrape los recuerdos que la brisa lleva.

Cuando me fui quedaban pocos, el pueblo ya estaba moribundo, pero no me fui por eso, me fui tras ella. No era compatible este aire sin su presencia y mi pecho la añoraba, mis ojos la buscaban, mis labios dejaron de sonreír porque ella no estaba para disfrutarla.

No me despedí cuando se marchó, no la creí capaz de hacerlo, éste era el lugar nuestro, aquí debíamos construir (o reconstruir) el presente; pero ella sabía que este lugar se moría y se fue.

El día que fui a buscarla y me dijeron que se había marchado quedé roto por la ira y la decepción. Regresé furioso a casa y rechacé su existencia.

Cuando la ira se fue y su ausencia se hizo insoportable, quise saber hacia dónde había marchado, tenía que buscarla.

En esos días de furia muchos también habían dejado el pueblo, entre ellos los que sabían el camino de mi bella, entonces la pista se perdió.

Salí desesperado en su busca, aferrado a cualquier comentario, a cualquier insinuación, a cualquier posible referencia.

Han pasado 20 años de aquello.

Y he vuelto aquí para recordarla, para recordarnos.

Sus letras las tengo guardadas como la única prueba de su existencia. 

Este pueblo habitado por fantasmas, por recuerdos, por nostalgias, por historias inconclusas; cubierto de añoranzas, de silencios,de penumbras, es el reflejo de mi vida.

La hechicera se ha quedado allí, grabada a fuego en mi memoria, ¿aun vive?, ¿me recordará?, 20 años es demasiado tiempo para la gente normal, para mi sigue siendo un suspiro.

Camino entre el polvoriento camino, entre las abandonadas callejuelas, entre los restos de otra vida; ya no queda nada.

Hace frío, el sol va ocultándose poco a poco en el horizonte, la oscuridad va a encerrarme dentro de poco. Se dónde debo ir.

La entrada está rota, el lugar se llamaba "La ermita" y era una casona de hospedaje, yo vivía en el segundo piso, al rincón de todo, lejos de los demás. Aun queda un poco de luz que me guía, me queda tiempo para llegar hasta allí.

Como todo aquí, el lugar está completamente abandonado, lleno de polvo cubriéndolo todo, aunque aun quedan los cuadros en las paredes y alguna que otra irreconocible fotografía.

Mi antigua habitación sigue allí, casi con lo único que dejé, la vieja cama y la aun mas vieja máquina de escribir, hace 20 años ya era el único que la usaba. Hoy es lo único que seguro podrá funcionar aquí.

La oscuridad golpea de pronto, el sol ha huido y solo queda el viento aullando entre los rincones huecos de la vieja casona.

Ese aullido me cuenta cosas, cosas que quiero escuchar, personas que quiero recordar, una mirada que quisiera olvidar, un hechizo que quisiera romper...

He de quedarme aquí, no quiero caminar mas, no quiero buscar mas, su hechizo estará conmigo hasta mi definitiva partida, lo he aceptado.

El lugar se llamaba "La ermita", parece, al final de todo, un nombre adecuado. Solo la habitaba el viento, entonces seré como el viento:

Invisible...
Inaccesible ...
Inalcanzable...
Etéreo...

 

 

FIN 

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