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Mi existencia rota por una pregunta idiota: ¿Qué estará haciendo ella ahora?

Y a continuación el latigazo de temor al saber las implicaciones de tan terrible incógnita.

Tenía los ojos cerrados y el corazón blindado a lo que un día conocí como "amor".

Hermoso y grandioso sentimiento, no lo niego, pero, así como te eleva entre las nubes, es capaz de restregarte contra las piedras del suelo.

Depende del compromiso al futuro.

Mi compromiso había quedado sellado al vacío, impertérrito, inquebrantable, totalmente inaccesible.

Algún que otro suspiro se escapaba de algún rincón melancólico mal cubierto por el tiempo, pero era más añoranza de un pasado, que sentimiento real y yo tan tranquilo por eso.

Y los años acumulados me habían también enseñado que la elección hecha, era la mejor elección. La edad se hace muralla cada vez más alta con aquello que miras con curiosidad.

Amurallado, casi indiferente, seguro de mí mismo y solo, como había querido. Todo perfecto.

¿Qué me hizo darle esos presentes a ella?

Me lo he preguntado desde que le compré el primero de ellos y la única respuesta era su mirada, esa mirada en sus ojos que me atrajeron desde el primer día que la vi.

Pero estaba blindado y ese querer saber cómo sería su sonrisa me parecía que era solo mera curiosidad, me parecía..., ingenuo de mi conmigo mismo, nada de parecerme...

Por algún resquicio de mi alma esa mirada se había colado hasta lo más profundo de mí mismo y provocar su sonrisa era solo el deseo de saberla un poco más cerca mío.

Me levante hoy por la mañana y al formularme la pregunta: ¿Qué estará haciendo ella ahora? quedó más que claro el asunto, sin que ella se lo propusiese, se había instalado en mi vida y roto por completo mis defensas.

Y a pesar de querer buscar un encuentro y andar soñándolo como un poseso, estoy aterrado porque recuerdo la soledad del silencio.

Me he quedado mirando una fotografía suya puesta en el facebook y no dejo de pensar en el día de su primera sonrisa, fue un regalo único. Me latía el pecho como ahora, todo emocionado.

Al final el terror siempre va a estar ahí, es parte de la vida, de las experiencias.

También es parte de la vida la luz, la ilusión, el momento de su mirada, la razón de su sonrisa.

He cerrado el facebook, me queda su imagen de los segundos reales que el día cotidiano me regala de ella.

Y suspiro.

Voy a buscar un encuentro, una primera cita, unos minutos de conocerla y que me conozca. Voy a buscar un pedazo de vida que será inolvidable, unos minutos, unas horas, pero tener cerca esa mirada y su sonrisa.

Mientras, seguiré robándole esos segundos al día, de cruzar unas palabras y de sentirla.

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