Springfield, Massachusetts a 10 de junio de 1999
Mi amada Martha,
Si has encontrado esta carta seguramente ya sabrás que estoy muerto, sabe que contiene una confesión muy dolorosa la cual debí hacerte hace muchos años, ahora ya es demasiado tarde, pero quiero que sepas no fui un escritor común y corriente.
Cada vez que me sentaba frente al computador a escribir mis relatos terroríficos terminaba siempre con un sentimiento de culpa tan profundo como los avernos, luego de terminar otra maldita historia de horror me quedaba siempre una sensación extrañamente nauseabunda que invadía mi ser como un inmundo torrente de suciedad que contamina cuanta cosa entra en contacto con él, creo tal vez no pueda quejarme de mi situación después de todo, gracias a ese maldito don pude amasar una fortuna con la que muchos apenas podrían soñar y la cual ahora te pertenece, sin embargo lo pague caro cada día de mi vida, me sentía miserable aun teniendo toda las riquezas del mundo en mi poder y hasta ahora estoy lamentando el haber hecho ese trato; No le vendí mi alma al diablo si lo pensaste, aunque francamente la cosa casi me salió igual, si hubiera sabido en ese momento todo el sufrimiento que tendría en el futuro y que también a otros les traería estoy seguro de no haber aceptado para nada dicho trato.
Hace diez años o quizá un poco más de tiempo tuve un accidente de tráfico en mi ciudad natal, esa tarde conducía de regreso del sitio donde trabajaba en aquel entonces a casa de mis padres cuando un camión embistió mi automóvil por atrás, recuerdo que aquella mole de acero aplastó mi auto contra las vallas de contención empujándolo por varios metros, cuando finalmente aquello acabó el conductor del camión huyó dejándome convertido en una piltrafa, mi cuerpo quedo tan maltrecho que incluso yo mismo pude verlo hecho pedazos, yo morí por primera vez aquella ocasión, estaba de pie junto a mi propio cadáver prácticamente despedazado por el accidente; en ese momento fue cuando lo vi por primera vez, había oído hablar de un espectro macabro a cargo de llevarse las almas de la tierra y ahí estaba en ese preciso instante junto a mí, con la guadaña entre sus nudosas manos, yo pensé que me llevaría igual como lo hace con otros, sin embargo en ese preciso instante fue cuando me ofreció un trato, al cual según él no podría negarme, sobre todo por la situación en la que me hallaba en ese momento incapaz de hacer algo en mi propia defensa, ni siquiera estaba seguro de si debía enredarme con él, pero acabe haciéndolo.
En cuanto le dije que aceptaba, él desprendió uno de sus huesos y me lo dio, mientras yo lo tuviese conmigo, mi cabeza estaría siempre llena de visiones dantescas, nunca me faltaría la creatividad ni las palabras para describir las más aterradoras escenas que una mente humana pudiese concebir ¡Claro! Dichas imágenes no eran humanas para nada sino que venían de un lugar inimaginable, fue así como me convertí en el escritor de destinos para la generación en la cual me tocó vivir ¿Qué se supone que es un escritor de destinos? Eso ya lo descubrirás mientras lees y fue gracias a ese trato impío como me hice de mucho dinero en pocos años, mis libros abarrotaron todas las tiendas y siempre se vendían como pan caliente, incluso la gente se formaba desde muy tempranas horas afuera de las librerías para ser los primeros en comprar mi mas reciente libro ¡y todavía querían más! Por esos años jamás me pasó por la cabeza reflexionar el porqué acepte formar parte de aquello, se veía todo demasiado bueno como para que pudiese haber algún truco por parte del tipo de la guadaña, sin embargo, comencé a tener dudas del porque hice aquel trato, con el paso del tiempo empezaron a surgir preguntas como ¿Qué ganaría la parca con ese trato? Aparentemente era solamente yo quien estaba beneficiándose de todo aquello: Había sanado inexplicablemente, estaba volviéndome inmensamente rico, solo yo estaba sacándole provecho a la situación o al menos eso era lo que pensaba.
Mis preguntas durante mucho tiempo siguieron sin respuesta, pensé que debía continuar con mi vida puesto que quizá el éxito de mis libros no eran producto de ningún pacto y tal vez dicho pacto jamás ocurrió, pudo solo ser una de aquellas alucinaciones que mucha gente cuenta cuando ha estado a punto de morir como por ejemplo el túnel de luz y todo eso ¡qué lejos estaba de la realidad! Cada vez que veía ese huesillo que me dio la parca cuando supuestamente yo había fallecido me daba cuenta de lo equivocado que estaba.
Me tomo años descubrirlo pero finalmente, tuve razón siempre, todo el éxito de mis libros era solo una recompensa por un servicio que le presté al tipo de la guadaña sin darme cuenta por todo ese tiempo, hasta que llegó el desgraciado día en el cual descubrí lo que realmente sucedía con ese trato. Recuerdo que una ocasión había escrito un cuento para mi próximo libro, en el cual llevaba meses trabajando intensamente, deseaba realmente convertirlo en una obra cúspide, lo mejor jamás creado en toda mi carrera como escritor, aquel cuento trataba de una mujer la cual era secuestrada por el dueño de un hostal el cual tenía la extraña afición de convertir a las bellas damas que se hospedaban en aquel sitio en estatuas de cera estando aun vivas, esa mujer había sido la primera en escapar luego de hacer que un crisol lleno de cera hirviente cayera encima del maniático propietario del hostal dándole una dolorosa muerte, aquella historia solo era una de doscientas que tenía contemplado incluir en mi próximo libro, sin embargo, un día fui a comprar los víveres al supermercado, algo raro en mi puesto que prefería quedarme sentando frente a mi computadora escribiendo las visiones de pesadilla en mi cabeza en vez de tener cuidado por cosas tan inútiles como ir por la despensa, normalmente mi ama de llaves era quien realizaba esas labores, pero como estaba cansado de tanto escribir por un día, decidí salir a distraerme, mucha gente seguro no podría reconocerme si me veían en la calle, cosa que no sucede con otros artistas como los cantantes o los actores de la televisión. Mientras estaba en la fila de la caja registradora, vi un pequeño estante con los periódicos del día, la verdad casi nunca compro el diario sin embargo esa vez hice una excepción debido a una noticia en primera plana que llamó mi atención casi de inmediato que la vi, el pueblo donde vivía era un lugar donde casi nunca pasaban cosas “interesantes” por no saber cómo llamarlas, por eso me gustaba vivir ahí, aunque al parecer esa ocasión las reglas habían cambiado y finalmente sucedió algo que sinceramente me sorprendió mucho.
Una vez en casa llevé el diario a mi estudio y leí la noticia de la primera plana. Jamás había pensado que pudiese haber ocurrido algo en la vida real tan parecido a mis cuentos, esa nota del diario narraba exactamente los mismos acontecimientos que yo había recién escrito: una mujer fue secuestrada en un hostal del pueblo por el propietario del negocio para convertirla en una estatua de cera como a muchas otras les había hecho, antes hubiese pensado que se trataba solo de una casualidad muy extraña, sin embargo, ya en el pasado tenía mis dudas acerca mi talento supuestamente sobrenatural para escribir esas historias y eso me hizo correr a la biblioteca en busca de periódicos antiguos para localizar mas notas que se parecieran en algo a mis cuentos, al menos estaría tranquilo si no existían más coincidencias y todo aquello seria solamente una coincidencia bastante alocada. Durante cuatro meses fui a la biblioteca diariamente y realmente me quedé petrificado ante la desagradable sorpresa de ser yo el autor de los más extraños casos y asesinatos ocurridos no solo en mi pueblo sino en muchos lugares alrededor del mundo, todo lo que había escrito en mis libros aconteció en la vida real, eso quizá podría ser algo que cualquier productor hollywoodenses habría usado de argumento para una película de ínfima categoría, lo irónico ahora es que yo mismo estaba siendo víctima de algún guionista demente y de seguro no muy creativo.
A partir del momento en el cual descubrí el efecto que producían mis historias en la vida real decidí dejar de escribir más libros, siendo sincero, me causaba temor la sola idea de tener el destino de todas las personas del mundo en mis manos, el hecho de ser alguien con el poder de trazar la suerte de otros con solo escribir lo que quiera es un poder con el cual es difícil tener que lidiar, más bien resulta imposible de asimilar, incluso llegue a preguntarme si en el pasado hubo individuos como yo, algún otro que haya compartido esta misma suerte ingrata, quizá, solo tal vez, pienso que los grandes maestros de la literatura de horror también tuvieron que lidiar con esto, es probable que en otras generaciones también existió lo que me ha dado por llamar “escritores de destinos”, como yo lo soy ahora y desgraciadamente tras arduas investigaciones llegue a descubrir que al menos los últimos doscientos años han habido al menos cuatro personas que cargaron el mismo estigma, un poder otorgado por un ente de ultratumba con el cual su poseedor sería capaz de regir el destino del mundo con solo plasmar unas pocas letras en papel o en un computador como fue mi caso, ahora solo me restaba decidir lo que debería suceder a partir de ese instante, las cosas no eran fáciles ¿Qué pasaría si alguien más descubriera lo que soy capaz de hacer? ¿Las autoridades me darían caza como un sabueso a su presa? El sentimiento de culpa por haber matado a tantas personas al escribir mis cuentos era inmenso, al principio pensaba que solo se trataba de personajes ficticios pero al final estos resultaron ser gente real que sin duda tuvo familia y amigos, gente que no merecía morir de ese modo y a la gran mayoría yo les di un final aciago.
Finalmente un buen día, decidí que ya era hora de tomar este asunto por las riendas, hice llamar al notario para escribir mi última voluntad, como en aquel entonces no tenía ni amigos ni familiares, decidí repartir mis propiedades entre mis empleados domésticos, las regalías de mis libros, guiones de cine, seguro de vida y otras cosas las puse a tu nombre, eras mi ama de llaves por aquel entonces, a pesar de tu ser una mujer muy joven siempre resultaste una empleada eficiente y también una excelente amante (por favor no te ofendas por esto); para que todo aquello fuese posible, nos casamos en secreto, no solo por ser mi amante o para cubrir apariencia sino que realmente había llegado a estar enamorado locamente de ti, jamás me arrepentí de tomar esa iniciativa con todo y que fui duramente criticado por los que supieron la noticia, si no me hubiese casado contigo no podría heredarte mi fortuna personal. Para no despertar sospechas en contra de mi flamante esposa por mi muerte, traté de no acabar con mi propia existencia por lo menos durante un año, sin embargo, todo ese tiempo una sensación malsana dentro de mí se gestaba como un parasito, ¡necesitaba seguir escribiendo esas malditas historias!
Cada día que pasaba me resultaba más difícil contenerme, me sentía realmente muy enfermo, como un adicto apartado de su droga por un largo periodo, mi computador parecía estarme llamando silenciosamente desde su lugar en el escritorio de mi estudio en la planta de arriba, mis dedos podían sentir la suave presión contra las teclas aun sin estar frente al teclado, la desesperación estaba volviéndome loco, me desgastaba por dentro hasta que un día terminé por ceder a ese impulso maligno, debía escribir una historia nueva si no quería enloquecer por causa de mi maldito deseo, imágenes de pesadilla venían a mi mente como ya era costumbre gracias al perverso don que recibí hace diez años, en esta ocasión mi esposa debía ser la protagonista de mi mas reciente creación literaria. Cuando estaba ya frente a mi computador listo para comenzar el trabajo, se me ocurrió algo que quizá podría funcionar, o al menos yo esperaba que sucediese algo distinto esta vez, así pues di comienzo a la escritura de un cuento tan espeluznante que aun yo mismo tendría pesadillas después de leerlo, una joya de la literatura en definitiva.
Comencé a escribir mi nuevo cuento tan ávidamente como si acabara de hallar un manantial luego de andar extraviado en el desierto, los golpes de las teclas retumbaban sonoros en el vacio de mi alcoba como el monzón cayendo sobre un vivero, mi esposa en esos momentos iba saliendo de casa en compañía de la nueva ama de llaves que contrate para reemplazarla, el jardinero estaba durmiendo la siesta bajo un árbol en el extremo sur de nuestra propiedad, mientras escribía el cuento no me percate de una fuga en la calefacción, como nadie la usaba en verano, el gas estaba escapándose a chorros por un tubo roto en alguna parte de mi recamara, el combustible fugado me hizo efecto en cuanto se saturó todo el sitio con él, mi boca tenía un sabor dulzón y comencé a sentirme adormilado, mis planes iban sobre ruedas, las cosas estaban saliendo tal y como las había planeado, apenas puedo mantener los ojos abiertos, pero debo continuar escribiendo hasta el final, un destino más debía ser escrito en ese momento; mi esposa noto que su automóvil tenía un neumático desinflado cuando salió del supermercado, así que llamo por su teléfono celular al jardinero para que le ayudase, la casa ahora se ha quedado sola, únicamente yo permanecí en ella tal como lo tenía planeado mientras mi alcoba sigue llenándose del gas inflamable a cada momento, siento debilidad en todos los miembros de mi cuerpo, mas he de permanecer aquí frente a mi computador; el jardinero finalmente llega donde mi esposa y el ama de llaves, las tuercas que sujetan el neumático están demasiado apretadas tanto que hasta nuestro fornido empleado está pasando un mal rato con ellas para solamente aflojarlas mientras en casa, un imperceptible chasquido eléctrico proveniente del cableado en mi recamara encendió el combustible que fue llenándola lentamente durante horas, el fuego se alzo encima de mi residencia formando una gran columna incandescente, a lo lejos la llama era como una flor abriéndose a la primavera, mi esposa grita horrorizada pues ha visto el gran fuego saliendo de donde su marido estaba.
Así fue como acabo mi carrera en el difícil arte de las letras, de la misma forma en que acabó mi vida en este miserable mundo, después de ser un escritor afamado un trágico accidente domestico me arrebata la vida una tarde a mediados del mes de Junio, las llamas del incendio consumieron la vivienda por entero conmigo adentro. Debo decir que cuando vi el resplandor del fuego pude sentir un gran alivio al saber que nadie más hallaría un destino trágico por mi culpa ni por las historias que yo escriba, siendo un escritor del destino era mi deber averiguar si yo mismo podría escribir un final propicio para mi propia existencia y finalmente pude darme cuenta que no hay reglas en este juego, así como podría escribir el destino de otros también tenía la capacidad para crearme un final propio a mi manera, así pues elegí morir como una víctima de mis propios relatos y dejarle a mi esposa este impreso con la verdad acerca de mi persona, seguramente nunca sospechó de donde pudo venirle tanto talento a un bueno para nada como yo, no podría ser más que por medio de pactos malignos con seres de ultratumba. Mi última voluntad ya fue dictada y espero la respetes como la he dado a conocer ya, el notario de la calle Chestnut, a quien tu ya conoces tiene los documentos necesarios en orden y las instrucciones para darme la sepultura que merezco, además que anexo a este documento hallaras también los números de cuenta de mis ahorros y toda la papelería que necesites para cobrar el seguro de vida del cual eres beneficiaria. No quiero que se culpe a nadie por mi muerte, yo mismo terminé con mi propia existencia usando esas mismas facultades que les arrancaron a otros la vida Amada mía, no me juzgues por lo que realmente soy sino por lo que signifique para ti
Con amor, Luis