Soy un olvido andante
que mientras surge la poesía
voy perdiendo los momentos,
los afanes y la juventud
hoy febrero en la tarde.
Soy de niebla y un fantasma
esclavo de cualquier reloj
que pide mis súplicas
para no irse con el viento
dejándome esquelético.
Ya no hace falta la filosofía
ni son tan bonitas las cosas románticas,
esquelas y destinatarios
que arderán en la saturación
de mi lista de esperanzas.
La vida calcinándose
en los afanes de una ciudad
espera abrazarme pronto
para verme flotar, como
arena sobre los pies de las personas,
y reducirme, hasta ser nada.