- Bienvenido.
“…los reyes han surgido/sin cetros ni coronas,/hoy son pobres,/hoy son ricos./Siendo las bocas/emanación del oro,/sus manos ásperas/ la fuente de todo…”
Saludaban las bocinas al entrar en el vagón; un cambio realmente innecesario, según ellos las pequeñas pantallas harían nuestro viaje en el metro más cómodo.
- Me pasas lo de química.
- Claro.
De tanto hablar estorbaban el paso – a un lado por favor- , no dejando pasar ni permitiendo salir; sonaron los silbatos, pronto cerrarían las puertas, era ahora o nunca…
- Hey, me pisaste.
- No me di cuenta.
El sonido volvía a distorsionarse, algo no estaba bien. No lograba descifrar la mirada de la persona de enfrente; enigmática, confusa, a veces volteaba dirigiéndome una sonrisa de cortesía; ¿responder?, no es mi estilo y lo haría si en verdad la conociera, pero no era el caso. Desviaba la mirada para contemplar la ventana solo para encontrarme el reflejo de sus ojos; ¿qué quería?, si deseaba una respuesta tendría que levantarme y preguntárselo personalmente, sin embargo este silencio era cautivante, ajeno a cualquier predicción.
- Niño, no leas tanto.
Las voces pasaban de largo sin molestarse en saberse escuchadas…
- ¿Qué me cuentas?
Sentada, sin pronunciar palabra alguna, parecía demostrar elocuencia y una belleza que no había notado hasta entonces. El conocimiento, nulo como siempre…
- Amiga.
- Si.
Abría la mochila y sacaba el libro, en sus páginas un conocimiento más extenso se encontraba, ignorancia ya no sería un punto adverso…
- Bésame.
Acariciaba su rostro al tratar de cumplir con su petición; ¿qué me pasaba?; tan hermosa e inteligente, en cambio yo permanecía parado sin poder realizar un acto cotidiano. Todo formaba un caos, incapaz de controlar el pulso acelerado y la voz que cada vez sonaba más nerviosa; sus labios no debían ser negados…
- No te duermas.
Muy cierto, había venido temprano para ponerme a estudiar en serio y si seguía perdiendo el tiempo, habría sido en vano. No alcance a darle las gracias, ella se marchaba…