Aquellos ojos bañados de la luz del despertar, han sido los pinceles que han pintado aquellos hermosos momentos de paz, en suspiros de las brizas en la mar, Bajó el abrigo de las hojas de las palmeras de coco y la arena de la mar, aquellos ojos soñadores color cafe, divisaban a lo lejos el vuelo suave y cadencioso, juguetón de las aves, gaviotas blancas a ras del mar, ellas pintaban siluetas en el azul cielo sostenidas por su pequeña mano invisible, el olor a viento salitre se siente por doquier. Abrio sus brazos al mar recibiendo su energía divina de bendición, cerro sus diminutos ojos y se dejo llevar por breves instantes del arrullo de la madre mar, la brisa suave traviesa juega con sus cabellos, las olas en su ir y venir humedecen sus pies y la blanca arena brilla en millares de cristales con el sol meridional. Las olas en la ensenada, abrasan a las rocas y miles de gotas de agua se unen al viento mojando su ser. Aquella voz meliflua, antigua es la melodía del canto de la mar en un concierto con la playa.
En la tarde crepuscular observaba los colores y tonos iridiscentes, azules y naranjas se divisan a lo lejos del horizonte, el sol naranja risueño, se abriga entre la bruma y las nubes distantes, la luna su amiga celestial le acaricia sus rizos dorados, él en sus manos le obsequia a la luna, escarchas de diamante como muestra de su eterno amor.
Honor, Armando Reveron. Luz y mar, musa y inspiración.
RAR/2021