Adicto a tu aroma, a tu sabor dulce amargo, que calma mi desespero y mi dolor cefálico, a tu color oscuro mágico ébano, a esa textura tostada en leña y fogón que le da un aroma sutil singular y único, tu fragancia me transporta en el tiempo y la mirada fija en aquellos viejos recuerdos, tú que me despiertas y me quitas cualquier pesar en mi cabeza, es tu sabor mi adicción, un néctar de Etiopía, Kaffa tu tierra natal, del cuerno de África. Holanda tu secuestrador. Puro, claro, tinto o guayoyo, como me lo sirvan, solo tú eres el que revitaliza y rehabilita. Café, cafeína eres mi hechizo de cada día.