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El tema de la EUTANASIA a desatado un cúmulo de opiniones en pro y en contra y mi objetivo no es meterme en temas legales, religiosos o políticos relacionados con dicho tema. Abundan los especialistas médicos, religiosos, jurídicos, económicos y demás que exponen sus puntos de vista. Yo quiero mostrar algunos casos que conozco, sólo eso, la aprobación o negación del procedimiento no es de mi incumbencia.

Es muy fácil oponerse a una muerte ayudada por diferentes motivos, en especial cuando la persona que habla nunca ha estado enfrentada a un gran dolor o una enfermedad terminal larga y dolorosa. A unos conocidos míos, con su señora madre sufriendo postrada en una cama y desatendida la mayoría del tiempo, les dije que porqué no le permitían morir y la respuesta me desconcertó; es que con tal de tenerla viva, aunque esté enfermita, claro, como ellos no estaban sufriendo. Y esta respuesta la he oído varias veces cuando se toca el tema de una muerte digna y sin sufrimiento.

Escuché a un sacerdote en el sermón (ahora se llama homilía) furioso contra los médicos que pedían autorización para practicar la eutanasia a una paciente que llevaba años sufriendo y les pedía que ya le permitieran morir, pero no, el cura energúmeno condenaba a los profundos infiernos a esos médicos descreídos que le querían quitar poder a Dios. Y yo pensé, otro que no le duele nada.

Un amigo mío, enfermo de un cáncer terminal, sometido a radioterapias y quimioterapias, le preguntó al médico que lo controlaba cuanto le daba de vida si seguía con el tratamiento y el doctor le contestó que dos o dos y medio años. Mi amigo le dijo que le suspendiera las terapias y le controlara el dolor y cuanto tiempo le daba, solo un año le respondió el médico y listo. Mi amigo dejó de salir a la calle, solo iba para que le aplicaran morfina u otro calmante y descansó en paz a los seis meses.

Cuando queremos mucho a un ser que amamos y este sufre una enfermedad dolorosa y manifiesta con frecuencia que quiere morirse, no seamos egoístas, tener a la madre viva en una dicha, pero si está sana; si tiene un padecimiento doloroso, lo más humano es dejarla marchar.

Para terminar, les cuento que hace unos años supe lo que era padecer el tormento de un intenso dolor y quería morirme. Me llevaron de urgencias y le dije al doctor que si lo que tenía era curable, me dijo que, si y con inyecciones y analgésicos superé el martirio, sin embargo, ya les había dicho a mis hijos que si se prolongaba yo prefería dejar este mundo. Bueno, aclaro que hay personas que prefieren soportar sus dolores por miedo a la muerte y los soportan en silencio.

Edgar Tarazona Angel

 

 

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