En estos tiempos de tanta controversia, en una época en que tanta información causa tanta confusión, definitivamente toca recurrir a un mecanismo que nos ayude a equilibrar las emociones para poder formarnos un criterio personal propio con suficientes argumentos pero sin una influencia ajena muy marcada.
Ese mecanismo suele definirse como percepción, es decir: “…nada es verdad, nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira…”. Esto me lo ha enseñado una gran amiga con relación a la reputación. Ella dice que hay que cuidar la reputación no dando pie a ciertos comentarios… Ummm?, pues no sé, yo si estoy segura de que la reputación se cuida mostrándose como uno es y ya. Bueno, cada una la cuida de manera diferente, el caso es el siguiente.
Por circunstancias indescriptibles e indefinibles, sin ser mi intención pero si con toda mi atención, me gocé una situación durante la cual se cumplieron ambos criterios de “cuidar la reputación”; o sea que, se cuida mucho de dar pie a ciertos comentarios y también muestra tal y como uno es.
En la madrugada del pasado domingo, como a eso de las 3:15, llegó mi amiga a su iluminado apartamento, donde ella vive sola con su hijito de cuatro añitos de edad, a quién desde la noche anterior, es decir, la noche del sábado, había dejado en casa de un familiar. Como digo, a las 3:15 de la madrugada mi amiga se bajó del taxi con un caballero al cual yo no pude ver muy bien, pero que si estoy segura de no conocer. Ellos venían discutiendo, hablaban pasito, ella miraba para todas partes. Se quedaron hablando mientras ella buscaba la llave y abría la puerta de su residencia. Alcancé a escuchar un corto diálogo, entendí que se trataba de reclamos y explicaciones propios de pareja.
· El hombre dijo: “y por eso es que no hablamos…”,
· Ella contestó: “ja, la culpa es mía?”,
· Él replicó: “si hubiera tomado, tal vez…”.
En este momento, mi amiga mira para todos lados y se despoja de su reputación, la pone a un ladito de la puerta pero en la calle y se entra… inmediatamente el caballero se entra también al apartamento, cerrando la puerta tras de sí y le echa el pasador o seguro. La reputación de la señora que había sido abandonada en la calle, al darse cuenta que el señor también se va a entrar, le quita a este hombre su reputación para no quedarse ella sola en la calle, pues esta es una madrugada muy fría y lluviosa. Todo esto sucede en cuestión de segundos, casi simultáneamente .
Al quedarse solas las dos reputaciones en la fría calle, la reputación de la señora intenta llamar a la puerta con la inocente esperanza de que le abran para entra al recinto, pero al alzar la mano para tocar, en ese mismo instante se apaga la luz que había pasado toda la noche encendida. Al ver que la luz se apaga, la reputación de la señora mira angustiada a su compañera de infortunio y esta, la reputación del señor, quiere sonreír con malicia y picardía pero se cohíbe al ver el gesto de rabia y reproche de su sofisticada acompañante.
Inmediatamente las dos reputaciones se sientan en el andén tratando de abrigarse la una con la otra ante el abandono inconsciente de sus avalados. Repentinamente, la reputación del señor mira para el segundo piso del apartamento y le hace una seña a la reputación de la señora para que ella también mire al segundo piso. Arriba se observa ahora una muy tenue luz que desanima totalmente a la reputación de la señora. Ahora ambas reputaciones se echan en el andén donde sucumben a los pisones y pisotones de todo transeúnte, desapareciendo por completo a mi vista.
Ya como a las 6 de la mañana del frio domingo, salió la señora, se asomó a la puerta, miró a todos lados como buscando su reputación, pero esta ya ha desaparecido, y en seguida salió el caballero y cruzó la calle rapidito y se marchó.
… Bueno, unas ganas de esas, no aguantan reputación alguna… o si?...