PARALELO 4°
Mis nostalgias se confabulan deletreando nombres que de a poco se me olvidan; mi piel se evapora en medio de este fuego ardiente de las dos de la tarde, al tiempo que caigo en cuenta que el amor de mi vida fue una canción que me hacía sentir tontamente solo, canción que yo mismo escribí destilando mi amargura a la noche, que apenas ilusionaba. Mi mirada antes se apagó de tanto ver noches despejadas sin hablarme, pero despierto al conceder libertades que jamás me obsequiaron, la libertad de ver a los demás libres; y así mismo los afectos, y así el suceder del tiempo sobre cada universo personal, en cada aliento que trae un poco más cerca el final.
A 40°C los espejos de mis resignaciones se reflejan azules en el paralelo 4°. Azules como mis vacíos conteniendo manantiales, paralelos a mis nuevas esperanzas, despojando futuras condenas con la velocidad del reloj. Mis nostalgias luego se van hacia mi pasado ya muy borroso y difuso, quedándome apenas el día de hoy y algo de gente navegando en los mares del sol, en calles amablemente solitarias. La ciudad se encuentra en su límite y el horizonte caduca en los sueños de los otros, afuera hay una escena en el azul y adentro soy la lluvia más serena.
En el paralelo 4° puedo reír para siempre rebuscando en el silencio mis poesías más queridas, con los deseos que ya son deseos de otros y con el perdón frente a todas las cruces otorgándome humanidad. Adquiero algo de locomoción y encuentro en la casa un buen motivo para volver al caos, pero esta vez decido llegar a la calma de nunca más.
