RESIGNACIÓN
Yo como organismo viviente sé que tengo funcionamiento y locomoción gracias a todos los procesos fisicoquímicos que ocurren dentro y en la superficie, que la energía responsable y los hechos psicológicos no suelen escapar de los límites materiales en donde suceden, que no hay un acontecimiento místico de la emoción más allá del calor sobre la piel, que todo lo demás son solo ideas y que el espíritu es el deseo más ambicioso de querer ser parte de un todo. El carácter humano siguió un proyecto evolutivo en el que las individualidades terminan de reconocerse como parte de los otros, creando así un nuevo organismo viviente.
No hay un más allá después de la muerte física, no hay un metasistema después de la muerte del sistema, no hay ninguna clase de divinidad esperando revelar el significado de la unicidad, no hay nada más que la nada misma apenas deje de funcionar el organismo, por eso llego a la frontera de todas mis antiguas creencias y doy un paso atrás, porque el universo no conspira a mi favor ni el destino está escrito; las cosas suceden totalmente indiferentes entre sí porque saben que no hay un tiempo perfecto para ellas, no hay tal conspiración para fabricar el momento justo donde ocurra toda la magia.
Y por eso sé que no hay sincronicidades que nazcan de todos los vacíos acumulables, no hay un ser crístico esperando amorosamente la mejor versión de ti mismo, no habrá ningún Dios esperando darme la absolución justo en el minuto antes del tiempo final, porque todo aquello fue construido para dar calidez a las incertidumbres y justificar lo materialmente no justificado, justificar lo injusto, y yo como organismo sé que no hay ningún tipo de misterios más allá de los meros significados. La autorregulación cumple su función homeostática permitiendo darle sentido a la vida del propio organismo que, por supuesto, no es para nada compatible con tener la esperanza de un futuro mejor.
