Identificarse Registrar

Identificarse

Índice del artículo


—¿Sólo eso? Un deseo bien sencillo de satisfacer. ¿Cómo se llama?


—Julen.


—Extraño nombre… En fin, veremos qué se puede hacer.


La bruja se apartó al fondo de la caverna y comenzó a rebuscar entre paquetes, frascos y otros objetos. Cuando pareció que ya tenía lo que buscaba, fue a otro rincón y dio comienzo a una letanía mientras mezclaba una especie de pinturas y las calentaba con una herramienta de hierro con mango de madera. Silvia se acercó a Gheywin.


—¿Qué piensas? —le dijo.


—Que cuanto antes marchemos de aquí, mejor. La bruja me da miedo. Ha dicho que mañana podría ser peligrosa para nosotros. Propongo que nos vayamos antes de que amanezca.


—Pero —dijo Silvia— si nos vamos, la bruja nunca podrá devolverme a mi mundo…


—Tu mundo es éste, Radjha. De alguna forma, ella ha podido entrar en tu mente y sabe del hechizo que obra sobre ti. Tú eres Radjha, la hija de Glhor, y ninguna bruja va a confundirnos.


—Ya está —exclamó la vieja—. Acércate y descubre tu brazo derecho.


Silvia así lo hizo, aunque con cierta reserva. La bruja tomó su mano y comenzó a pintarle en la parte interna de la muñeca una especie de tatuaje con un extraño símbolo que recordaba a una J, “la J de Julen —pensó Silvia”.Al mismo tiempo, con voz profunda, pronunció unas palabras en una lengua que Silvia no pudo comprender.


Silvia no se quejó aunque notaba ciertas molestias. Mientras tanto, Gheywin observaba atentamente sin perder detalle de lo que hacía la vieja, dispuesto a lo que fuera necesario.


—Ahora, ese Julen será para ti, muchacha —le dijo— y yo he saldado mi deuda.


Una vez pronunciadas estas palabras, conminó a los chicos a acostarse y les recordó perentoriamente que al día siguiente no estaría sujeta a ninguna deuda con ellos. Gheywin lanzó una  mirada de connivencia a su compañera y se retiraron al lado de una pared donde se acostaron. Ninguno de los dos logró conciliar el sueño y permanecieron allí, silenciosos, Gheywin como un animal al acecho, esperando que la bruja se durmiera. Tuvieron que aguardar más de dos horas hasta que pareció que la vieja estaba sumida en un profundo sueño. Entonces, sin hacer ruido, Gheywin tomó el morral y las armas e indicó a Silvia la salida de la cueva. Cuando salían al exterior, un débil resplandor iluminó la ligera sonrisa de la bruja Ishkar.


Llevaban todo el día caminando y aún no habían salido del bosque. A Silvia le gustaba cada vez más su compañero de viaje. Tenía buenos sentimientos y no se podía decir de él que fuera cobarde. Ya había demostrado su determinación rescatándola de una muerte segura. Parecía bastante mayor que los dieciséis años que tenía. Pensando en su rescate, le vinieron a la cabeza los dos guardias. ¿Les habría matado? En aquel momento ni se había preocupado por ellos pero no le gustaba la idea de que Gheywin fuera un asesino.


—¿Qué habrá sido de los guardianes? —preguntó.

Bienvenido a la comunidad de escritores, poetas y artistas del mundo.

 

Aquí podrá darse a conocer, conocer a otros, leer, disfrutar, compartir, aprender, educarse, educar, soñar y vivir el mundo de fantasía que hay en todo artista.

 

¿Quién sabe? ¡A lo mejor también es uno!

Están en línea

Hay 380 invitados y ningún miembro en línea

Concursos

Sin eventos

Eventos

Sin eventos
Volver