Se levantó y miró a un lado y otro. Las farolas del parque alumbraban tenuemente el húmedo suelo. Inspeccionó su ropa. Estaba empapada y pensó automáticamente en su madre. “¡Buena me espera! —pensó”. Recogió el reloj que se le debía de haber soltado en la caída y miró la hora: aún le quedaba casi media hora, así que emprendió el regreso a casa.
En la ducha, Silvia pensaba en el sueño. Un cosquilleo le recordó ciertos detalles de la pesadilla. Pero, bueno, al fin y al cabo, su madre no había sido tan severa y la pequeña herida de la cabeza ya había dejado de sangrar. En diez minutos llegaría a la fiesta y allí vería a Julen. Al pensar en esto, se miró Instintivamente se miró la parte interna de la muñeca derecha y entonces pensó que se le paraba el corazón: allí, justo en el centro había algo que ya había visto antes. Se trataba de un extraño símbolo. Un símbolo que recordaba vagamente a una “J” y Silvia pensó que su vida ya nunca podría ser igual que antes. Había entrado en contacto con los mundos duales.