COLOMBIA SE LLENÓ DE PINTORES...
Desde hace bastante tiempo muchos pintores ofrecen sus servicios para enseñar pintura y dibujo en diferentes técnicas. Eso está muy bien porque se promocionan el arte y la cultura. Hace unos años se popularizaron estas clases y, de pronto, en las casas aparecieron hermosos cuadros realizados con mucho esmero y siguiendo las reglas del arte.
Al mirar detenidamente la obra descubre uno la firma de la señora de la casa o de uno de los hijos o un familiar. A sabiendas de que ninguno poseía las aptitudes para el óleo y los pinceles uno pregunta sorprendido ¿De verdad su señora pinta? Claro que sí y hasta vende cuadros le responde el orgulloso cónyuge. Yo medio cabreado decidí llegar al fondo del asunto.
Visité a varios pintores amigos que dictan clases y presencié el proceso de enseñanza. Ante todo, les hacen el dibujo base en los lienzos a los alumnos, después les indican que colores deben empezar a aplicar y hasta ahí lo vi todo dentro del proceso normal, pero a medida que avanza el cuadro el pintor mete mano, o pincel mejor, de corregir todos los errores; al final, el pintor termina el cuadro y el estudiante lo firma.
Entonces, todos los orgullosos “pintores” caseros que muestran orgullosos sus “obras de arte” están exhibiendo las pinturas de alguien que, si sabe pintar y, además de cobrar por la enseñanza, por lo general también cobra por dar los toques finales. A veces me dan ganas de dictar clases de pintura o de talla en madera (En estas también el maestro es el que hace la mayoría del trabajo) y prefiero seguir haciendo mis obras a mi manera.
A todos mis conocidos que tienen sus obras colgadas en las paredes de la sala y comedor, firmadas con su nombre, pueden estar tranquilos, a nadie le contaré que son autoría de un pintor que les ayudó demasiado.
Edgar Tarazona Angel