En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “No todo el que diga: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre Celestial. Muchos dirán aquel día: “Señor, Señor”, acaso no profetizamos en tu nombre, en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? ”
Y entonces les declararé: “Jamás os conocí; apartaos de Mí, agentes de la iniquidad”.
Así pues, todo el que oiga estas palabras y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa en roca, cayó la lluvia, vinieron los torrentes y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó porque estaba cimentada sobre la roca.
Y todo el que oiga estas palabras y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, embistieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.
Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedó asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus maestros de la ley. – Mateo 7,21-29
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El día del campesino fue institucionalizado mediante decreto 155 de 1.965 en el gobierno del presidente Guillermo León Valencia, señalando el primer domingo del mes de junio de cada año, para festejar a quienes día a día arrancan a la tierra pródiga el pan para abastecer los mercados locales. La Colombia campesina y marginada necesita de la atención prioritaria que se le otorgó, por muchos años, a otras actividades de la economía colombiana. Solo así será posible elevar los ingresos deprimidos de la población campesina y generar los excedentes indispensables para participar en una coyuntura tan favorable como la que hoy ofrece los mercados internacionales a los productos de origen agropecuario.
Pero, ¿Dónde están los campesinos? La pérdida del medio rural, el crecimiento de las ciudades, urbanizaciones y polígonos industriales, ha supuesto a muchos entornos rurales una importante degradación del medio y la pérdida de costumbres ancestrales relacionadas con el campo “Las magnitudes revelan que hay más tierra abandonada que superficie agrícola cultivada” el campesino colombiano se encuentra como desplazado; viviendo en los alrededores de las principales ciudades en condiciones de vulnerabilidad ; sumidos en una situación de pobreza extrema y desamparo, debido a la falta de oportunidades y al desempleo.
Esta histórica situación de desventaja del sector rural colombiano frente a otros, ha servido como caldo de cultivo para la violencia y ha sido un motor importante del conflicto armado interno que se vive en el país, conllevando más pobreza y más lasitud para el campo y sus habitantes.
Colombia figura entre los países con mayor número de desplazados y refugiados a causa de conflictos, no obstante las adversidades que se les presenta en sus rudas faenas por el abandono en que siempre los han mantenido los gobiernos de turno; el campesino que sobrevive continua enfrentando las consecuencias de 50 años de conflicto armado interno y violencia debido a la presencia de grupos armados ilegales, tráfico de droga, minas antipersonal y disputas por el control del territorio.
Como resultado la población civil se enfrenta al reclutamiento forzado de niños, control de comunidades, amenazas y asesinatos selectivos al igual que violencia sexual. La inseguridad, sobre todo, continúa siendo una realidad dentro del territorio colombiano y la situación empeora a lo largo de las zonas fronterizas, lo que ha obligado a huir cruzando las fronteras, en busca de protección internacional en países vecinos como Ecuador.
Por eso, para que Colombia no quede con una paz maltrecha con un campesinado proletarizado al servicio de las multinacionales; no nos apartamos que en lo que reste del mes de junio entrante, para que se continúe celebrando la fiesta del campesino, nosotros continuamos participando y generando los espacios de participación ciudadana, en tierras, victimas, economía campesina, indígena, afrocolombiana, y dando paso a una serie de reflexiones puntuales, a estructurar planes y programas de desarrollo para la época posconflicto,sobre actividades agroindustriales; teniendo como eje transversal la formación técnica, organizativa, empresarial, y el acompañamiento psicosocial que permita integralidad, sostenibilidad, reparación del tejido social, y el mejoramiento de la calidad de vida como aporte a la paz y la reconciliación nacional. Una vez firmado el acuerdo de paz, nuestras gentes del campo tengan pleno conocimiento de causa de que es lo que tienen que hacer cuando a sus municipios y veredas regresen quienes fueron desplazados de sus predios o estuvieron en los grupos al margen de la ley, y regresan en calidad de reinsertados.
Las mayores fortalezas para conseguir la paz en nuestro País, están en el campo, lamentablemente en los actuales momentos esas fortalezas se han convertido en falencias.No olvidemos que siempre los campesinos han sido el caballito de batalla de los políticos y logreros que en épocas preelectorales y electorales a cambio de su apoyo en las votaciones; como factor esencial de las contiendas “ al campesino” le es tenido en cuenta sus necesidades hacia un desarrollo rural integral y productivo; tema que se vuelve político en pro al mejoramiento de su calidad de vida en el campo, productividad en sus cosechas y mayor rentabilidad en la venta de sus productos en la ciudad.
Siempre han sido el escenario para lucirse los políticos en las plazas públicas con sus arengas, prometiéndoles plataformas económicas agrarias justas y humanas. A la postre solo se quedan en un simple enunciado de buenos propósitos. Pasadas las elecciones se olvidan del asunto y ni siquiera vuelven a determinar “el campo” en sus planes políticos como un compromiso social.
Finalmente no olvidemos que "Vivimos en un mundo desigual" hay guerras, conflictos y "es inevitable que la gente quiera ir hacia un mundo más seguro", “la paz vendrá del campo”
Señor: Te pedimos, que la cizaña echada al aire desde los estrados gubernamentales, nos exacerbe el odio entre los colombianos.