Cuando la Biblia dice "En el principio Dios creó los cielos y la Tierra" “Génesis 1:1”, se supone que al crear los cielos primitivos se refería a la creación del universo hace unos 13.700 millones de años. Desde entonces la energía y materia infinita no se han quedado estáticas. Después de tantos cambios intergalácticos sucedidos por intervalos de millones de años en su densidad y temperatura, el Big Bang “la gran explosión “una excepción que no puede explicar las leyes de la física es el modelo de teoría más aceptada por los científicos de la formación del universo. El Universo experimentó un rápido período de inflación cósmica que arrasó con todas las irregularidades iníciales. A partir de entonces el Universo se expandió y se convirtió en estable, más frío y menos denso. Las variaciones menores en la distribución de la masa dieron como resultado de la segregación fractal en porciones que se encuentran en el universo actual, como cúmulos de galaxias.
La vía láctea, donde la tierra se encuentra, apareció mucho más tarde de la creación del universo en un cierto momento de este proceso de condensación y rotación cada vez más acentuadas. Las teorías sugieren que el sistema solar fue en origen una enorme masa de gas y polvo en rotación, que acaso fuese esférica en un principio.
Bajo la influencia de su propia atracción gravitatoria fue condensándose, con lo cual tuvo que empezar a girar cada vez más deprisa para conservar el momento angular. De un modo u otro se condensaron una serie de planetas a partir de ese disco, mientras que el grueso de la nube se convirtió en el Sol.
Los planetas siguieron girando en la región antes ocupada por el disco, y por esa razón giran todos ellos más o menos en el mismo plano del ecuador solar. Por razones parecidas, los planetas, a medida que se fueron condensando, fueron formando satélites naturales como la luna que gira alrededor de nuestro planeta tierra. Así, el sistema solar se limpió poco a poco, excepto en el cinturón de asteroides, donde la atracción de Júpiter contrarrestaba la del Sol e impedía que los cuerpos dispersos se integraran en un planeta. Según esta hipótesis, los asteroides son sobras de la creación…
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. “Génesis 1:26-27; 2:8-17”. Todo lo que Dios hizo los primeros 6 días fue bueno y hermoso, pero Dios no estaba completamente satisfecho. Él estuvo buscando unos amigos. Las plantas y los árboles no podían ser amigos de Dios. El sol, la luna y las estrellas tampoco pudieron ser sus amigos. Los mismos animales no fueron amigos para Dios. Solamente una criatura similar a Dios mismo podría ser su amigo. Por eso Dios creó al hombre a su propia imagen. Durante esta semana los niños darán gracias a Dios por haberles creado. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. “Génesis1:28.”
Pero la Biblia no habla de la creación de otros seres en el universo, los que con su huraña presencia nos rondan sigilosamente desde sus naves vigilantes, violando nuestra soberanía y atmósfera terrestre. Los que hoy avistamos volar en todas partes en sus coloridas naves, y luego desaparecer mágicamente sin dejar huella. Los que de manera enfática algunos escépticos niegan su existencia y no han querido aceptarlos porque afirman que el hombre es el centro de la creación, y único en el universo.
En realidad, bien podríamos encontrarnos en una región olvidada del espacio perdidos y que por siglos ellos nos buscaron y luego de encontrarnos con derecho ahora nos reclaman sus territorios. Sus huellas dejadas a su paso por la tierra se ven por todas partes, evidenciando su existencia. Antiguas religiones y mitologías también sostiene que los Dioses crearon a la humanidad a su imagen y semejanza.
¿Y quiénes eran los Dioses en ese entonces? Los mismos seres supremos y omnipotentes que viajaban por el espacio interestelar en extrañas naves a la tierra y que en algún momento según hipótesis de algunos científicos; aceptan una teoría alguna vez considerada de ciencia ficción que debido a una hecatombe cósmica hace alrededor de 65 millones de años, un enorme asteroide de 10 a 16 kilómetros de diámetro se estrello en la Tierra y la cambio para siempre. La corteza terrestre, vibró como una campana que recibiera un fuerte golpe por el impacto, desencadenando por miles de años: terremotos y marejadas, enormes erupciones volcánicas e incendios forestales.
Toneladas de polvo y roca polvorizada fueron arrojadas a la atmósfera, y permanecieron esparcidas, bloqueando la luz del Sol. De ahí que la fotosíntesis se detuviera, y millares de especies, incluyendo los dinosaurios, murieran de inanición. Se puede considerar este cataclismo un golpe de mala suerte para los extraterrestres, pues el impacto hizo que perdieran las coordenadas y el rastro de ubicación con la galaxia donde mantenían contacto con el planeta tierra y con la supervivencia del género humano.
Son los mismos seres de que hablan en la actualidad muchos testimonios que los ven en los cielos en objetos voladores de consistencia sólida, metálica. Inexplicables para la ciencia actual. Los mismos que en tiempos inmemoriales, hablaron de su existencia nuestros antepasados en pinturas rupestres; los que a su llegada causan apagones, y perturban las trasmisiones de radio y televisión, detienen los motores de los automóviles e infunden pánico a los animales y producen extraños efectos fisiológicos en testigos próximos.
Los que se avistan merodeando por los volcanes en erupción o después de una catástrofe, que evidencian su presencia no identificada en radares, fotografías, cintas magnetofónicas y videos; de alguna manera sus tripulantes extras terrestres pertenecientes al mismo grupo inteligente; aunque la Biblia no los reconozca como obra de Dios en la creación… son hermanos nuestros, porque existen, y por lo tanto también son sus hijos. Dios todopoderoso, avala su existencia en algún lugar del universo…
Está cerca el momento en que la sociedad terrícola y la religión católica sin remilgos los tendrá que aceptar y reconocer como parte de la creación, también, hijos de Dios.