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Ayer fui a votar junto con mis dos hijas; era la primera experiencia de este tipo para ellas que hoy día tienen 18 y 19 años recién cumplidos. Las tres votamos por Barrack Obama; mis hijas, rebosantes de ilusión y yo con ilusión moderada.

Decidimos votar temprano porque todo parece indicar que este año acudirá más gente que nunca a las urnas. Aunque las elecciones siempre tienen lugar dentro de un marco de organización y respeto, la idea de madrugar o de tener que hacer fila de tres o cuatro horas nos resultaba intimidante. Además, estábamos ansiosas de aportar nuestro granito de arena en favor de un cambio muy necesario.

Mientras hacíamos cola dentro de la biblioteca habilitada para los fines yo me entretuve leyendo un libro de cuarenta y cinco páginas que tomé de uno de los tramos para matar el tiempo. "La hija de Drácula", basado en una  película en blanco y negro que Universal Studios estrenó en Mayo de 1936 resultó ser mucho más corto pues estaba lleno de ilustraciones que compensaban por la mediocridad del texto y la trama. Al concluir su lectura todavía me tocaría esperar cincuenta minutos más; tomé prestado un Ipod y me puse a escuchar música. Los salones permanecían tranquilos y las conversaciones se desarrollaban en voz baja.

Ocasionalmente mis hijas me miraban de soslayo; luego se miraban entre sí y se reían de mi, cuchicheando entre ellas. Pensaban que en cualquier momento yo iba a reventar de impaciencia; es más, de buen grado hubieran apostado a que así sería pero no les di el gusto ya que aquélla no habría sido una opción viable o madura, dada la naturaleza de mi espera. Además, yo había acudido a las urnas por la misma razón que acudieron ellas de tan buen grado.

La esperanza de que tome las riendas del poder un hombre joven, liberal, preparado, coherente, surgido de las entrañas de la clase trabajadora, capaz de soñar con un mañana mejor y con un mundo donde todos coexistamos pacíficamente nos mantiene a muchos con los dedos cruzados. A decir verdad, por más que las encuestas den a Obama como favorito yo no estaré segura de nada hasta el día en que proclamen a un ganador porque a la postre son las masas silentes las que suelen adjudicar victoria; a menos que de entrada la tendencia favorezca enormemente a uno de los dos candidatos.

Creo que la diplomacia y flexibilidad de Barrack Obama le haría mucho bien a los Estados Unidos ante el resto del mundo, aunque la percepción negativa que se tiene de este país no cambie de la noche a la mañana. Creo que  la política de injerencia que siempre ha caracterizado a esta nación tan poderosa puede que llegue a su fin si Obama sale electo. También creo que es hora de que un hombre negro tome asiento en la Casa Blanca. Ojala que así sea.

Sonia Read-Hoepelman

 

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