LA PIÑATADA SALVAJE.
Cuándo somos niños lo más esperado durante la fiesta son la piñata y el pastel. Sin embargo las piñatas se han venido convirtiendo en una cuestión sobrevivencia, el más acto y fuerte prevalece. Cuando empieza el sube y baja de la piñata, los niños golpean la piñata con un pedazo palo que en algunos casos se rompe y las astillas salen volando pudiendo herir a los espectadores emocionados por el entusiasmos de bateador de turno, otras veces se les escapa el bate que vuela por el aire golpeando al más cercano del circulo de espectadores.
El peligro acecha en cada segundo al círculo de niños y padres que esperan por la caída de un caramelo. El momento más crítico es la rotura y caída de la piñata que esparce su contenido sobre los niños, allí es que se viene lo bueno y lo feo, lo comparo con cardumen de pirañas que devora todo lo que cae al piso, aparte de lo que volando por todos lados; Los más pequeños son pisoteado por los más grandes y los padres y madres participan en este enjambre de locura contribuyendo al coas, saqueando el botín de los otros niños que salen como llegan con la bolsa vacía sollozando y uno cuantos porrazos.
En otros tiempos la elaboración de la piñata era a base de esqueletos de tiras de cartón forradas con papel periódico y otros materiales flexibles que la cubrían de papeles coloridos, que se rompían fácilmente; hoy en día más bien parecen cajas blindadas de cartón y anime, que prolonga la agonía de la pobre piñata la cual sucumbe después de una gran tunda de batazos y el anfitrión que la despedaza en el aire, desmembrandola en pedazos dándole punto y final a la historia de la piñata.