Aunque muchos me llamen pervertido
quiero escribir mis versos en tu lápida
la verdad es que nunca nos conocimos
más que detrás de esa pantalla de cristal.
Mis párpados ser abrieron aquella vez
cuando tu piel entera hubiste de mostrar,
diferente de ellas por ser tan natural
similar por las manchas de tu estigma.
Pero era tu rostro lo que me cautivó:
Tenías mirada dentro de esos ojos negros
tu voz llegaba hasta mis oídos sin rebotar
y te sentía a mi lado como si allí estuvieses.
No vi sino hasta mucho después tu nombre;
la tensión de mi cuerpo se detuvo,
mi instinto de hombre se hizo a un lado
para leer tus expresiones bajo esos gestos.
Parecías una niña traviesa ahí acostada
viendo desde tu cama hacia mis ojos de canalla
tan caliente como tu piel tostada de canela
Y tan fría como el vidrio que te encerraba
Te vi mil veces entre ese comercio popular.
Sabia quien eras y qué bien hacías lo que hacías
pero no explicaba porque me sentía a ti atraído
y porque tras esa risa imaginaba que había algo.
Me obsesioné entonces por conocerte.
En el espacio moderno te busqué sin parar
Ya no como el producto que ha de ofrecerse
Sino como esa persona que por ahí se ha de ocultar.
No sabía que eras de todas la más moza
No sabía que tu infancia te hizo llorar
No sabía que soñabas con estudiar una carrera
No sabía que una vida diferente querías radicar.
Tal vez tu biografía fue distorsionada como tu imagen,
no culpo a nadie porque igual nunca me conociste:
Tú no sabías quien era éste que a lo lejos te miraba
Y yo no sabía qué hacías después de tu trabajo.
Fantaseaba con conocerte algún día por el mundo;
hablarte como una persona bajo un saludo,
conocer a esa joven de mi edad bajo esa farsa
y hasta una sonrisa verdadera intercambiar.
Pero tu muerte hubo de llegar hace poco
sólo con un par de lunas más que las mías.
Algo sentí dentro de mi que aun no entiendo:
no hubo lágrima ni pena sólo un sentimiento.
No me importó cómo fue que te fuiste
ni la vida que viviste hasta que llegó ese día.
Sentí que aunque tu imagen seguirá el morbo alimentando
Ya no pisarás de verdad donde quiera que pisabas.
Mi chica de los deseos impuros,
cuán extraña fue para mi mente tu vida:
Muchos hombres te usaron y descartaron,
yo jamás te toqué y aún así te sentí.
Hubiese sido interesante habernos visto
caminando por la vereda como la gente;
pero la vida es tan inesperada con sus juegos
que nunca se sabe cómo pasara lo que debe pasar
Este es un capítulo que no he de olvidar:
Yo también tuve fantasías como cualquier mortal.
Adiós mi chica de las pantallas porno,
esta letra es el regalo que bajo tu tumba he de sepultar
(Del Poemario: Empatía)