El amor es un perro callejero que te sigue bajo la lluvia. Lo ignoras, le gritas, pero ahí está, empapado y temblando, esperando algo de ti. Si lo dejas entrar, te llena de pulgas y destroza tu sofá, pero cuando lo echas, te pasas la noche escuchando su aullido en la puerta, preguntándote quién de los dos es más miserable.