Si me llevas en tu tiempo
y me alejas de tus besos,
si me llevas y me arrastras
en tus dedos,
me encarcelas en tus ojos
y sientes cada palabra,
todos los sueños.
Si me llevas abandonándome
para ser lo que presientes de mí,
arrebatando a mi corazón quien fui,
y me olvidas y me recuerdas
para adormecerte en tu sueño
y poder seguir.
Si tú me dejas aquí,
a la espera de un suspiro,
si tú te has marchado
encadenándome,
dándome el valor de tu pena.
Si tú te vas,
¿por qué miras atrás?
¿para verme prisionera?
De mis sueños, de tu sigilo,
De un sentimiento huérfano,
Como huérfano fue nuestro cielo.
Alguien calló las palabras de Dios
y cayeron las estrellas.
Alguien silenció hasta los truenos,
dejó el firmamento rasgado.
Caminos, senderos, laderas,
barrancos en el cielo.
Cada latido por la vida en tu quietud.
Tú sabes bien que te hiciste
el dueño de los vientos,
conoces las palabras,
el llanto de los tiempos.
Yo conozco los ojos de la verdad austera
que es más cruel que la quimera.
Yo conozco la frontera
entre tu piel y la mía,
cobarde muralla
que encarcela a los ángeles.
Música para la risa,
cantos para el silencio.
Yo conozco la frontera
entre tu piel y mi vida.
Es porque creo en el cielo
que te miro y no te veo.
Experto en guardar el alma
detrás de la mirada,
muralla del que piensa que
nadie como él calla.
Quien no construye su casa,
reparte ladrillos con su nombre.