Dios las ha bendecido con esplendor y candidez.
Tan naturales las muestras al mundo con sencillez y bonhomia.
Bellas son tan naturales y acendradas, como la iridiscencia del arcoíris en la lluvia y el sol.
Desearía para ustedes lo inmarcesible de la vida y lo etéreo del universo y lo inefable en su delicadez.