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            A Dios
            A  mi papá, a Silvino, a Miguel y a José Luis
            Al amor y a la falta de él
            A  los zapatos ortopédicos, a los lentes, a las balanzas
            A  la crueldad inconsciente
            A  la soledad
            A la vida que se respira sin darse cuenta
            Y a la muerte que busco sin poder evitarlo.
            Rompería estas cadenas
            que atan mi vida al recuerdo
            Y en libertad
            alzaría el vuelo sobre el tiempo
 
Olvidaría el pasado que en mi existe como presente
ese que alimenta mi muerte
que confunde mis sentidos         y me convierte
en un ser divido                        ya  casi perdido
en algún lugar de tanta falta
en algún lugar de tanta espera
                                                            y de no tener ya qué esperar
sino la suerte de que un día
deje de vivir por  sólo respirar
 
Olvidaría el pasado que en mi existe como hambre
de amores perdidos para siempre
de encontrar en la gente una chispa de humanidad
de retroceder en el tiempo y borrar la crueldad
de recuperar las confianzas perdidas
De rescatar a los espejos
esos que reflejan lo que se toca
y también  lo que es,  sin estar
 
Mi mente esta nublada, mis ojos cegados
Mi corazón está en algún lugar atrás
Quiero escapar  de mi mano de verdugo
De los huesos que toco y no siento
De lo que pesa mi propia lástima en la balanza
Quiero escapar del miedo y la soledad
Quiero escapar de este día sin sentido
Pero mi mente está nublada y mis ojos cegados y mi corazón en algún lugar atrás
 
Sí, rompería estas cadenas
que atan mi vida
y  aniquilan mis sueños
que determinan mis días
                                                y lo que pienso
                                                                           y lo que siento
Que me hacen morir cada mañana
en la despedida a la que no llegué
En el cuento de hadas que me creí
En las tragedias que Tú permites
En las pérdidas absurdas
En el engaño y el desengaño
En la falsedad que oculta el amor
En sucio que no puedo limpiar
En las sombras que me hablaron  en la noche
En los vasos de agua y los platos vacíos
 
Pero
ya ves,
ya no tengo fuerza en el alma  para poder romperlas
y el dolor tan sordo se ha vuelto parte de mí
Tal vez son lo único que tengo
y por eso las tengo
tal vez tengan sentido
tal vez tenga  que ser así pero...
 
Dios!
Acuérdate hoy
que sigo aquí!
 

30 de Septiembre de 1994

 


 

En estos tiempos que corren muchas personas, en especial mujeres, sufren de anorexia. Este poema fue  en su momento mi  grito silente  por ayuda y tal vez un reclamo por el dolor que sentía, cuando ya creía que no tenía la fuerza interior para salir adelante. A todos aquellos que se sienten así por sufrir de una enfermedad como ésta quiero decirles que aún cuando de pronto parezca que no existe salida, la hay. Y la clave no está en empezar la lucha contra la enfermedad . Esto es una enfermedad, pero por encima de eso yo diría que es un síntoma de dolor. Un dolor del alma. No es algo que se decide una mañana. Es la manifestación de hechos que desde la vivencia de cada quien han causado dolor.  Y la clave es empezar la lucha descubriendo el amor en todas las formas que se manifieste en la vida de cada uno. Creo este es el único punto de partida seguro, porque  la lucha, aunque requiere de ayuda, es personal y la fuerza debe encontrarla cada uno en su interior. El amor, les dará el sentido para despertar cada mañana, y la razón para querer sentirse bien. Búsquenlo en Dios, que por alguna razón los ha puesto en este mundo y nunca nos abandona aunque a veces la vida se nos tambalee. Búsquenlo en sus hijos, o en los hijos que quisieran tener algún día. Búsquenlo en las verdaderas amistades y en los verdaderos afectos y en todo aquello que les recuerde que están vivos. No teman pedir ayuda  y traten cada día de descubrir todas las formas como el amor se revela en sus vidas desde las cosas más simples hasta las más grandiosas. Y verán de pronto, que la fuerza que creen que no tienen, nunca los ha abandonado y todo ese dolor irá quedando atrás.  Está en ustedes, como siempre digo, “hoy y ahora”, pero hay que levantarse cada mañana dispuesto a descubrirla.  Estoy plenamente convencida de esto porque lo he vivido.  Espero desde lo más profundo de mi corazón que estas palabras sencillas y humildes despierten en ustedes la convicción interior de que la vida es hermosa y vale la pena vivirla y vivirla con salud.

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