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I

Si las horas se hacían eternas,
y los días duraban semanas,
aun mas largas yacían las noches,
que ignoraban las señas del alba.

Y la fuerte inclemencia del tiempo,
que azotaba detrás de mis muros,
me llegaba intacta con el viento,
y me hacia temblar sin apuro.

Me esforcé y aumente mis murallas,
y las hice mas altas y gruesas,
esperando a que nadie pasara,
evitando que alguno me viera.

Escogí el más oscuro rincón,
el que estaba mas negro y oculto,
y allí estuve esperando impaciente,
la respuesta final del verdugo.

Mis  oídos tape con mis manos,
y mis ojos cerré fuertemente,
y mordiendo con rabia mis labios,
escuche reproches aun presentes.

No podía por mas que trataba,
escapar al testigo invisible.
Esconderme no servia de nada,
y correr resultaba imposible.

 

II

Me acerque a las oxidadas rejas,
y curioso mire hacia un costado,
mis ojeras y mis blancas cejas,
yo las vi en el espejo colgado.

Encontré en mi mirada un recuerdo,
los de un niño engañado y marcado,
yo lo vi agradecido y contento,
el me vio como héroe encerrado.

Ahora leo el nuevo testamento,
en sus salmos encuentro respuestas.
Sus mensajes me hallan descontento,
por no hablar con verdades abiertas.

Y otra vez retornan los soldados,
con sus negras corazas y lanzas,
con sus gritos de insultos poblados,
a caballo y esgrimiendo espadas.

Y aun escucho lamentos y llantos,
que el pasillo sus ecos renueva,
mas me olvido a veces de los cantos,
y el Señor ya no me los entrega.

Es que en falta he vivido y tratando
de ignorarla y tapársela al cielo,
cual sufrido y gentil voluntario,
cual pecador hipócrita e ingenuo.

 

III

Los caminos que Dios nos prepara,
son tan largos y tan retorcidos,
que se juntan, se enredan, se amarran
y esclarecen según su designio.

Pero siempre son dos las opciones,
en nosotros esta el escoger,
podemos elegir la correcta,
o la otra que nos hará perder.

Yo reía de idiotas y reyes,
y en el buen camino creía estar,
pero si esto en verdad fuera cierto,
ya me habría llegado la paz.

Sin embargo mi cruz es mas grande,
y su peso me parte la espalda.
Ya cargarla como antes no puedo,
y es difícil incluso arrastrarla.

Las miradas de arriba me llegan,
y esperando están a que confiese,
y me dan aun mas tiempo de plazo,
pero me han de cobrar intereses.

Y yo sigo callando y muriendo,
y ocultando secretos pasados,
que me tienen llorando y sufriendo,
con martirios conmigo encerrados.

 

IV

Carcelero que camina siempre,
por los largos y fríos pasillos,
no es el mismo que antes me gritaba,
pues aquel ya ha pasado a retiro.

Este trae noticias de afuera,
las entrega los jueves temprano.
Hoy me ha tocado a mi recibirlas,
con la carta que el puso en mi mano.

Me apresuro a leerla en mi celda,
con la luz que entra por mi ventana,
y descubro desdicha en las letras,
que me cuentan de la gran desgracia.

La madre de aquel niño esta muerta,
la encontraron sin vida en su cama.
Le fallo el corazón por cansado,
se murió sin hablar de sus faltas.

Un dolor que me invade de pronto,
con recuerdos que inundan mi mente,
que me llevan atrás en el tiempo,
y me apuntan como a un delincuente.

Ella fue el gran amor de mi vida,
yo por ella hice cosas dementes,
escondidos vivimos romances,
cuyo fruto ella cargo en su vientre.

Fue su esposo quien luego dispuso,
que yo fuera del niño el padrino,
y con culpas acepte la oferta,
pues el era mi mejor amigo.

 

V

Es muy tarde en la noche en silencio,
acostado veo el húmedo muro,
y la luna refleja en sus piedras,
unos ojos y un cuerpo desnudo.

Es la rustica y negra pizarra,
la que use dibujando a mi amada.
Ella ahora se ha unido a los jueces,
desde el cielo me pide olvidarla...

Viviré desde ahora esperando,
el momento de verla de nuevo,
ya no importa si juntos pecamos,
nuestro amor fue ilícito mas sincero.

Mi compadre es la única victima,
solo a el debo pedir perdón.
Le robe el más preciado tesoro,
su amistad yo pague con traición.

Y después de pasar tantos años,
un día el me vino a visitar.
Su mirada era triste y perdida,
de frente no me quiso mirar.

El también cargaba fuertes culpas,
que era lógico y justo entender.
Mas yo debía confesar las causas,
de mi aparente noble proceder.

 

VI

Con la voz temblorosa y quebrada,
no dejo que yo hablara primero.
Se dispuso más bien a contarme,
una historia que escuche en silencio..

...“he venido a decirte mi amigo,
que las cosas no son como piensas,
hoy que solo me encuentro en la vida,
me remuerde mucho la conciencia”.

“en aquellos años de amistad,
descubrí de mi esposa el engaño,
siempre supe que no era feliz,
y que no duraría a mi lado”.

“y que triste fue aun encontrar,
que mi amigo suplía su dicha,
si hasta tuve ganas de matarte,
pero grande fue mi cobardía”.

“le pague al franco tirador,
no me culpes, estaba desecho,
le ordene disparar sin temor,
el debía darte un escarmiento”.

“el final tu lo sabes muy bien,
el bautismo fue casi funeral,
porque Dios no permite el rencor,
no se paga jamás mal con mal”.

“tu solito buscaste tu claustro,
tu conciencia también remordía,
mas fui yo quien mato al matador,
y en tu sitio yo estar debería”.

 

VII

Las lecciones de vida son tantas,
y es tan ciego quien no las distingue,
que el destino se empeña en mostrarlas,
por eso las repite y repite.

…“si pudiera desandar lo andado,
y otra vez con ella me encontrara,
por su amor volvería al pecado,
aunque mi alma así se condenara”.

“y si tu crees ser desdichado,
pues perdiste su amor y tu amigo,
que dejas para mi cuando veo,
como mi hijo te llama papito”.

“déjame aquí encerrado y tranquilo,
no divulgues nuestro gran secreto,
yo te juro me siento contento,
ya de mi he aliviado enorme peso”.

“algo aun podemos rescatar,
la inocencia de aquel engañado,
si el descubre toda la verdad,
su ilusión habremos quebrantado”.

“y aquel niño que ahora es un hombre,
pues el tiempo ha pasado y pasado,
podrá siempre ver en ti a su padre,
lo mereces pues tu lo has criado”.

Vi en sus ojos lágrimas correr,
y mi mano apretó fuertemente,
yo también entendí lo entendido,
¡“te deseo en verdad buena suerte”!

Pocos soles me quedan por ver,
cada vez son mas tenues y fríos.
En mi celda callado estaré,
esperando el día del gran juicio.

FIN

Jorge Luis Caraballo
Junio, 2002

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