para que el viento borre sus huellas,
cuanto odio acumulado
en la boca de los cuervos,
maldiciendo con sonrisas,
fingidas muecas,
de títeres dirigidos en la sombra,
de lobos hambrientos,
de poder y muerte.
Cuanto tiempo ha de pasar,
señor, para olvidar,
para dejar atrás el pasado
lleno de imperfecciones,
para construir un presente
sin temor ni miedo,
sin sangre derramada en las calles,
sin coacción ni abusos.
Cuanto tiempo ha de pasar,
señor,
para que el viento borre mi nombre.