Por descuido
rozaste mi mano
erizaste mi pezón.
Despertaste mi
sonrisa vertical.
Casi sin querer,
por equivocación
rocé tus labios,
gemí en tu pecho
amanecí en tu cama.
Así ! y todo,
por descuido,
y casi sin querer;
abrimos la puerta
juntamos apetitos,
disfrazamos soledades
cerramos cortinas
a la muerte diaria y
sus rituales ( horarios, rutinas,
reuniones, contestar
llamadas y correos…”el
oficio de existir”)
Namid A
(Mayo 24 de 2.009)