El sabor de tus besos quedó aquí,
como quedó el olor de tus cabellos,
todo se inundó de tu mirada,
y mis ojos se han quedado más secos.
La noche se robó la ternura de tu cara
y me obligó a ser sórdida y mezquina
pues tengo que inventar caricias que no existen
y tengo que inventar una vida que es mentira.
No sé qué hacer con este dolor tan duradero
que se esconde donde no lo puede ver el miedo
se mete ahí donde más duele y donde subyuga,
donde el silencio resplandece como un trueno.
Quiero que sepas que nadie ya podrá,
arrancar de mi piel la desdicha de no tenerte,
pues volverá la dicha a mi vida,
ese día que te tenga eternamente.