(para aquellos poetas, muertos
en combate por ellos mismos,
o por el mayor asesino, el tiempo).
“A mis Amigos siempre presentes
aunque siempre ausentes; siempre
existirá deuda eterna de gratitud
por el más preciado regalo:
la poesía en verso y en prosa”.
Sales a mi encuentro
con tus versos de nube,
viento, arco iris y luna;
tus ojos, tus labios, tu
frente y todo
Tu, hablan
de noches eternas, solitarias;
noches de hondo dolor, miedo
y frenética embestida ganándole
a la vida tus instantes de intimidad
con el Universo.
Tu poesía mi
segunda piel, mi segundo hogar
la almohada donde recostar mis
días y mis noches; bien lo dijiste
-esos muchos que hay en cada uno de nosotros-;
en mi muchos de cada uno de ustedes –legión
de ángeles- diría Gómez J.;
me cuidan, me sostienen y me ayudan a vivir,
a pasar de un
día a otro sin mucho dolor.
Namid A
(Abril 10 de 2.009)