Entre el burucuyá y la madreselva, creció mi jazmín celeste
Visitado por hormigas, caracoles y langostas saltonas
luchó con entereza y al fin ganó la batalla
Muy pronto el aroma dulzón de su flor, el me entregaba
Se hizo dueño del jardín, sin permitir competencia
para mi era un orgullo, con mis manos lo planté
Todas las tardes de primavera, lo visitó un colibrí
que alegría recibí, que el era su preferido
Lo observaba largas horas, me daba placer su aroma
Cuando el invierno llegó, se entregó a descansar
seguro debo esperar al cambio de la estación
y contemplar con pasión, a la nueva floración