Es un sofisma de los Cielos,
Donde nos condenan por doquier.
La democrática lucha de poderes,
Donde nosotros hemos de perecer.
Y en la vida de la lucha...
Luchando por sobrevivir...
El deshonesto sobrevive...
El bueno está destinado a morir.
Y Dios nos mira, impasible.
Mucho por nosotros ha realizado.
Mandó Su Hijo al Calvario,
Y así del mal nos ha salvado.
Pues bien, si miras hacia abajo,
Verás la Tierra destruida.
Por la codicia y avaricia,
Peor que la de aquellos días.
E ignorar a los que claman,
No ayudar en su pesar,
Destruye toda esperanza,
De aquellos que en Ti confiando están.
Pero no importa, no importa.
Soportaremos como Job.
Al fin y al cabo es un juego,
En el que el diablo Te retó.
Porque el Libro no menciona,
Ni la pena, ni el dolor.
Cuando mataste a sus hijos,
Quitando todo lo que él logró.
Y sí, es cierto. Al final,
Cuando estaba destrozado,
Tú Te dignaste a ayudar,
Restituyendo lo quitado.
Pero es que dentro del proceso,
Murieron sus hijos, su mujer,
¿Qué responsabilidad tenían ellos,
en una apuesta entre el mal y el bien?
Y el dolor no diminuye,
Tú Te limitas a oír.
Y la cabeza no se ilumina,
Se van las ganas de vivir.
Y el silencio continúa.
La lucha sigue sin cesar.
Y como en cualquier batalla,
Entre civiles es la mortandad.
¿Por qué no coges a tus tropas?
Las celestiales... Lo que son...
Y te enfrentas al demonio,
Y nos ahorras el dolor.
¿Por qué durante tantos siglos,
Tú no Te enfrentas a él?
Dejando que nos pase esto,
¿Acaso así eres de cruel?
¿Acaso no es verdad lo que dijo Tu Hijo?
Que de Ti emana la bondad.
Que Tú nos amas como un Padre...
Pues por ayuda Tus hijos clamando están.
O, ¿es que somos selectivos?
Aquellos sí, aquellos no.
Aquellos van al matadero,
¿En pos de qué? ¡No hay razón!
El mundo gira, gira, gira.
El Cielo es su combustión.
Pero el Infierno es la vida,
Y Dios se calla sin razón.
La guerra nunca ha parado,
Desde antes de la Creación.
Tan sólo somos el ganado,
Para la guerra munición.