Nunca la sentí mía…
Ni yo de ella; no hubo promesas
Ni juramentos de amor
Entre ella y yo,
Sólo nos amamos y ya.
Días y noches fuimos inseparables,
Fieles, solidarios,
Compañeros en lo bueno y lo malo, ella y yo.
Sin condiciones
Sin normas
Sin bendiciones
Vivimos en el cielo
De las parejas felices.
Un día aciago no regresó.
En ningún momento pensé en traición,
Desamor, infidelidad.
Nada de eso, era mi gran amor
La única y para siempre,
La mujer perfecta…
La busqué hasta el límite de mis posibilidades
Y la encontré
Muchos días después
En la morgue.
Edgar Tarazona Angel
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