El Día del Padre es un día especial de celebración para toda la familia donde se conmemora la figura paterna y se le agradece por existir y por todo lo que hace por la familia de forma diaria.
El Día del Padre según la Biblia,según el santoral es el día de San José, marido de María –madre de Jesucristo-. San José es el mejor ejemplo de padre que da la Biblia porque muestra cómo es un padre trabajador que ama a su hijo y su mujer por encima de todas las cosas.
La Biblia honra la figura del padre como instructor para disciplinar a los niños y que aprendan a obedecer. El proceso de educación según la Biblia debe hacerse con un gran nivel espiritual y cristiano. Según el Proverbios 1:7 puedes encontrar: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”, donde indica como el elemento moral y espiritual de la natural es esencial para poder desarrollarse.
El padre según la Biblia es parte de la mano de Dios en paternidad. Los padres deben seguir la enseñanza hacia sus hijos según la Biblia teniendo en cuenta la fe en su Dios y lo que pone en la Biblia. Señala que Dios es el padre de todas las cosas y el padre humano no debe señalarse nunca como la máxima autoridad que deba decir la verdad absoluta, porque eso está en poder de Dios. La fe en Dios es la que puede ayudar a los padres a realizar una buena educación a los hijos.
I
¿Sabes que papá…?
No olvidaré que meciste mi cuna
en la zozobra de las noches tenebrosas;
acunándome entre tus brazos;
impávido me tranquilizabas
para que pudiera dormir.
¡Cómo olvidar la turbación que sentí
el primer día de clases !
De la mano me acercaste a la escuela
aquella mañana, con mi bagaje
a la espalda de libros y cuadernos;
de sueños mágicos de infante,
y mis deseos de crecer.
II
¡Cómo olvidar tus sabios consejos fluyendo ingentes,
del docto crisol trasparente de tu sabiduría innata!
Tenaz e incansable fuiste ejemplo en mi infancia y pubertad.
Aún; hoy siguen sólidas y convergentes tus enseñanzas
y concejos; ondeando cual invencibles estandartes
indisolubles de tu memoria a través del tiempo.
III
¿Sabes que papá…?
No olvidaré que tus manos labraron tierras áridas;
volviéndolas fértiles para esparcir la semilla…
Estuviste firme en tus propósitos pese a las durezas de la vida;
fuiste fuerte contra la fatalidad por eso cosecharon a granel…
A la vida sonreíste a pesar de tus enojos y congojas
e hiciste que en casa, nunca nos faltara amor; el pan y la esperanza.
IV
¡Nunca olvidaré papa, quien fuiste!
Y a Dios, le debo esa galanura de haber sido mi progenitor;
mi maestro y guía;
aquel quién cincelo desde el comienzo la burda roca de mi ego.
Tu existencia fue para mí como el encino frondoso,
de hojas verdes tornasoladas, plantado sobre fuertes raíces;
bajo la sombra de su enramada me salvaguardabas.
V
Pero un día, ese corazón benefactor se marchó sin remilgos.
Y aquel que amo sin pedir; complació sin dudar; riño sin oprimir;
yace yerto sobre su última morada de azucenas blancas.
¿Sabes que papá…?
Aunque de las sombras se asome la adversidad,
sé que tu luz propia brillará más
que el dolor que canta con desilusión tu partida.
¡No me acostumbraré a tu ausencia mientras viva, papá!