Cuartos vacíos que susurran falsos susurros.
Se intuyen furtivos fantasmas en rincones donde alguien lloró.
Hay un jardín silencioso que aguarda ya no la primavera.
La luz ilumina sin sombras; absurda, opaca, quieta.
No hay ecos ni pasiones que propongan recuerdos.
Solo crujidos demarcan el silencioso día de la silenciosa noche.
Escondidos en la pulcritud de un orden hay niños que no juegan.
Alegrías, dolores, soledades, buscan en la ausencia una memoria.
Sin olores, sin suspiros, sin risas, el aire cristaliza y se rompe.
Las paredes se miran impasibles como espejos inútiles.
Los muebles, los cuadros, las lámparas, abrumados de quietud, desaparecen.
Un hombre escribe estos versos en medio del vacío.