Identificarse Registrar

Identificarse

Sobre la mesa, el pocillo de café humeante.

Giro la cabeza y a través de la ventana veo la esquina. Vuelvo a mirar el pocillo y tomo un sorbo, levanto la vista, y colgada de la pared está la propaganda de Geniol, ese pelado, que a pesar de tener la cabeza atravesada por mil clavos no deja de sonreír. A su izquierda, enmarcado con molduras color oro, el pergamino que firmamos por los cincuenta años del bar.

Comienza a llover otra vez y la gente se apretuja bajo el techo de la parada del colectivo. Veo a mi viejo, sentado en la misma silla de siempre, en la misma mesa de siempre, junto a la ventana de siempre, como lo hicimos por años, como lo hago hoy yo. Un Imparciales, haciendo equilibrio para no caerse del cenicero, si hasta puedo sentir el olor acre de los cigarrillos negros. Lo apaga, termina el vaso de ginebra de un trago y después de palmearme el hombro se va. Así, sin decir nada, dejando el sobre del laboratorio arriba de la mesa.

Vuelvo a mirar por la ventana y sigue lloviendo.

 

2015CUENTO

Por favor comparta este artículo:
Pin It

Lectura sugerida

El peregrino de la nada (10)

El peregrino de la nada (10)

Novelas

30-04-2012

No me he ido

No me he ido

Poemas

10-06-2017

Señor cara de papa

Señor cara de papa

Cuentos

31-07-2020

Un modo distinto

Un modo distinto

Monólogos

22-07-2021

Concursos

Sin eventos

Eventos

Sin eventos
Volver