Si vienes por un consuelo para tu tristeza, dejame decirte. No soy un buen consejero. Tú tristeza multiplicala por diez, ¡ese soy yo! Puedo decirte todo estará bien, todo pasará, mañana será un mejor día. Puedo hacerlo tocando tú hombro, hasta puedo abrazarte fuertemente sintiendo la nostalgia en tu corazón, pero no es verdad. Mañana será peor; e irás asimilando de a poco. Cada momento de tristeza traerá consigo un cuarto de alegría e irá creciendo, hasta transformarse en tí.