14.-
Mago de la Mentira... ¡triste se hace tu ilusorio triunfo!
Tu no sabes lo que es Triunfar.
Triunfar es tener la dignidad de haber dado lo mejor de uno mismo más allá de los frívolos y calculadores resultados.
Triunfar es pasar por esta vida aprendiendo, creciendo, madurando para ser mejores y dejar, en quienes nos recuerden, una enseñanza y una sonrisa cada vez que le acariciemos los pensamientos.
Triunfar es tener paz en el alma, amor en el corazón, templanza en la desesperación, misericordia con el agresor y la convicción de vivir con amor y por amor.
Y, si amar es vivir en una eterna fantasía, es mi decisión vivir condenada con amor y no esclavizarme a la realidad de tus mentiras, de tus bajezas, de tus miserias, de tu falta de sentimientos...
Puedes atar mi pecho y dejar crujir mis huesos entre tus cadenas y aún así no lograrás que deje de creer en el amor y que mi corazón siga clamando justicia, siga amando sin medidas, siga dispuesto a entregarlo todo...
Pero... ¿qué sabes tú del poder del amor? Naciste con un corazón de hielo que nunca tuvo la capacidad de amar y has vivido así, sin afectos, sometiendo a tu antojo a los más débiles como único medio de conquistar una compañía.
Y ésta es mi gran verdad, tu gran verdad y tu eterna condena y tu mayor dolor...
Por ello te digo:
¿Quién eres tú para juzgarme?
¿olvidas que te arrastras sobre el lodo?
Apóstol miserable de una idea
que tu cerebro vil no ha comprendido.
Judas traidor, filósofo mentido,
te encubres tras harapos de mendigo
por querer arrebatarme el corazón.
Y como no accedí a tu pretensión
pretendes imponerme tu castigo.
No hay rosales de amor si no hay espinas.
Si no riegas de amor, nada germina,
y yo soy responsable en mi cosecha.
Yo sembré de ilusiones al Gran Mago,
no me arrepiento de cuanto haya dado
porque en el “dar” me siento satisfecha.
No importa si en cadenas con cerrojos
cierras la libertad de mis antojos
ante el asombro de mis ojos verdes...
Hay algo en mí más fuerte que tu yugo
donde no puedes penetrar, verdugo:
¡mi corazón que encadenar no puedes!
15.-
El vacío que cubre el castillo de la Gran Hechicera se llena de luz, de la luz que desprenden los ojos de ella, desafiantes, puros, inmensamente claros, completamente llenos de ilusión, completamente entregados al amor...
Y aquella luz se lanza como huracán en contra del Dueño de la Mentira, aquella luz enfrenta a la frialdad perfecta encarnada en aquel ser de mirada triste y solitaria.
Parado allí, en la puerta del castillo, el Dueño de la Mentira ve acercarse la luz enardecida y levantando una mano para detenerla grita:
¡Basta!
¡Detente ilusa!
que tu pequeña magia no me hará daño
porque tu inocente amor
¿acaso no muere en las puertas de la realidad?
¡¿No sabes acaso que el frio y la rutina
matarán tu fuerza?!
El amor que tanto defiendes
es la cosa más débil del universo
y mis cadenas no van a soltarte
para que ni siquiera
intentes buscar esa fuerza.
Hechicera
¡ríndete!
vuelve a la realidad
deja que mis cadenas se queden en ti
no puedes vencerme
soy los días, las horas
las noches y mañanas
que tus ojos verán.
Mi cadena te aprisiona
¡Ríndete!
mira a tu alrededor
¿acaso hay alguien que te defiende?
¿acaso existe algo que te ayude?
¿no ves que estás sola?
¿porqué luchas?
¿por quién?
¿para quién?
¡Mira la realidad hechicera!
¡Yo construí el mundo como es!
¡Y tú vives en ese mundo!
¡Ríndete!
¡El amor es solo una ilusión!
¡Ríndete!
¡Ríndete a mí!
Si quieres existir...
¡hazlo hechicera!
deja mi cadena que se hunda en ti
la rutina y el desamor
serán tu alimento
y vivirás
mucho
sin dolor
Porque tú sabes bien hechicera
que la única cosa
¡la única! que en verdad duele
¡es ese amor que tanto defiendes!
Yo te quito el dolor
para siempre
ven hechicera
ven...
La luz se ha detenido y el oscuro y frío Dueño de la Mentira mira a través de aquella luz a los ojos de la hechicera...
16.-
Adormecida en la agonía de la esclavitud, donde millones de pensamientos inundaban su mente, solo podía pensar en su destino doloroso y seguir luchando por una luz mínima de esperanza que le diera el poder a su corazón para recuperarse de las heridas mortales que el mal estaba provocándole.
Temerosa lloraba, y sus lágrimas inundaban la tierra, mientras el viento se detenía azorado y el tiempo infernal se transformaba en años.
Lloró, mientras las preguntas vagaban en su alma como almas vagan en el temido infierno, ¿por qué le sol se oculto avergonzado?, porque las estrellas de brillar dejaron?
se dio cuenta que abandonada en el vasto mundo, donde el abatimiento penetraba en sus huesos , su alma en eterno errar buscaba un consuelo. Tan solitaria y tan meditabunda... se preguntaba, donde podía huir para acabar con este absurdo? en qué lugar del mundo no encontraría un vacio absoluto?
Junto con el ocaso descendió, sobre el azul profundo para callar las voces que en su interior rugían para limpiarse el rostro de aquella melodía que tenía como intérprete al triste mundo, Para librarse de la muerte por siempre encadenada de la abulia y la pena, funestas centinelas, que emergían de la noche en su acida espera.
Su alma sobre el agua se encontró confundida, la perseguían los miedos. La soledad la acechaba, ahora sentía sus fuerzas más agotadas, su espíritu se aferraba al cuerpo que la albergaba y a la lejana esperanza de ser olvidada. Este era el único remedio
El alba ya se veía, se acerco con cierta cobardía a contemplar la tierra de niebla revestida.
¡y era tanta la angustia, que sofocante fluía de los oscuros antros donde el terror se asila!
¡y era tan poco el aliento de vida que mitigaba, que la exaltaba, que enardecía curando sus heridas...!!
Así clamaba su alma con ansia infinita, junto al estanque de lagrimas que formaban un rio...lloraba dolorida, su corazón lleno de misericordia pedía a gritos ser librada de su enemigo.
Su lamento retumbaba en la sombra frondia mientras el céfiro la llevaba con dulzura y cortesía a las diáfanas alturas de la bóveda celeste.
Rogaba que su débil plegaria sea escuchada y que por una vez el corazón de su enemigo se tornase blando.
Ohhh dueño de la mentira!!
te imploro dejarme ser libre!!!
que la maldad que expande de tus sienes
no cubran mi alma de oscuras melodías
ten misericordia de ti mismo
te condenas al tenerme encadenada
esperando mi muerte para fortalecer tu poderío
Oh dueño de la mentira te suplico en esta alba
deja tu maldad y se uno conmigo
juntos podríamos remediar tu delirio
Escuchadme espíritus de la naturaleza no dejéis que
mis fuerzas me abandonen
dadme ustedes la esperanza perdida
Así clamaba la heroica hechicera mientras sentía que la energía de su vida se esfumaba, las lagrimas cesaron por un segundo.
Su corazón parecía pesado y confundido.
Su mente comenzó a claudicar... ya estaba lista para ceder a los deseos del amo de la mentira.
Pero una vez más su alma rompió las cadenas de la resignación, tendida yacía en el frio piso que la detenía cuando el poder comenzó a surgir de la nada, parecía provenir del silencio que la rodeaba, comprendía despacio que su plegaria había sido escuchada, sonrió levemente... los espíritus acudieron a su desdicha, le estaban dando las fuerzas perdidas.
Pero su tristeza aun no se iba, sabía que no podría ser fuerte por mucho tiempo más, necesitaba con urgencia encontrar una rápida salida.
17.-
El huracán de luz está detenido a centímetros del oscuro y tiránico personaje, pero hasta él han llegado aquellos lamentos y siente su fuerza revitalizarse, piensa en la victoria, la victoria total y completa sobre la luz y la locura. Porque para él, el amor es locura, la ilusión no son nada más que patrañas de la debilidad. La realidad debe vencer siempre, no existe otra cosa que el mundo, no existe otra cosa que su propio territorio y la Gran Hechicera estaban en el centro de ese mundo, contaminando con su luz y su ilusión lo material y real de la existencia.
Pero ahora está seguro que logrará vencer, acaba de escucharlo, sus ojos brillan despiadados y su figura parece crecer a cada significado de los sentimientos de aquellas palabras que le han llegado a sus oídos, como un ruego de claudicación y derrota.
Por entre el camino se distinguen llegar ahora cientos de oscuras figuras que se atrincheran detrás de su oscuro señor.
El Dueño de la Mentira ha traído a sus huestes y las falsedades se agrupan formando formas grises que se hacen más fuertes mientras más se juntan.
"Ahora...
Gran Hechicera
caerás...
deja que mi engaño te llegue
¿crees acaso
que teniendo ya tan cercana la victoria
voy a sucumbir a una plegaria tuya?
Pobre hechicera
ha llegado tu hora..."
Y el oscuro levanta la otra mano y grita al aire conjurando un maleficio
"¡Cadenas!
de eslabones tortuosos
¡Cadenas!
de oscuro metal
¡Cadenas!
de aires mortuorios
¡Cadenas!
sean asesino mortal
Cierren su espacio
no se detengan
que de rutina fueron hechos
y de desesperanza templados
Son más fuertes con el tiempo
no se detengan
y cierren su espacio
Soy su forjador y dueño
cierren su espacio
y destrocen ese cuerpo."
El conjuro ha terminado... y las falsedades se han reunido junto a su señor para disfrutar de la victoria, sus tristes sonrisas y sus locos rostros, hacen muecas en sus facciones torturadas y contrahechas, cuadro horripilante que ocultan tras máscaras de hermosa belleza, pero ahora las máscaras las traen en la mano y es pérfido su visible aspecto.
Aullidos de loca alegría salen de las gargantas de las huestes oscuras que cada vez se acrecientan más en la llanura a las puertas del castillo al que han terminado por rodear.
Y luego de los gritos ensordecedores, un murmullo de sonido grave retumba en todo el lugar. Las huestes también atacan ahora, aquel sonido murmurante y grave retumba en cada piedra del castillo y aquel sordo vibrar continuo resquebraja milímetro a milímetro la estructura...
En el cuarto de la hechicera la cadena ha quedado inmune y no se cerrado ni un milímetro, pero la desesperanza y la derrota brillan con luz propia en el metal oscuro de lo que está hecha.
La cadena es tan fría que la hechicera ha caído de rodillas atormentada por el dolor de la realidad exenta de amor. Su lucha es inútil, ahora lo sabe, el amor está lejos, en el aire, donde no puede llegarle una palabra de aliento y sus noches de eterna rutina no tienen más que el frío de la desesperanza rodeándola por todos lados.
La cadena no se ha cerrado aun pero ha aumentado su poder y ella siente en el corazón que el amor no existe, que su ilusión es vana... que ha traído vida a un mundo sin vida, que los jardines que ha cultivado se secaran en esta tierra y serán flores sin aroma ni color. Que sus batallas se perderán en mentiras que son verdades porque la tierra y todo, le pertenece al oscuro Dueño de la Mentira que ahora la tortura. Si..., la vida..., la vida que solo ella ha podido crear, el jardín que cultiva y que crece, va a quedar tan frío como esas cadenas...
"Oh mi señora y ama
que dolor tan grande te abruma
que lucha más cruel te tortura
que desigual contienda
abatirá el castillo.
Pero no será sin que nosotros
los que tú enseñaste
luchen hasta el último aliento
para protegerte.
Tu desesperanza
ha llegado hasta nosotros
y cunde por nuestra sangre
porque cada uno es parte de ti.
Oh! mi señora y ama
tus ilusiones están
prestas a la batalla
y vamos hacia ella.
Oh! mi señora y ama
aun tu luz detiene al oscuro
y vencerte no ha podido
y sus perversas huestes
destruir quieren el castillo.
¡No!
¡A la batalla vamos!
¡A la batalla..!!!
Y de todos los rincones del castillo salen prestos los guardianes de la hechicera, dispuestos a defender a su señora hasta el último aliento, hasta que aquellas falsedades maten a la última ilusión.
Y por las almenas y torres, por ventanas y puentes, por rincones y torretas... por cada lugar que visibilidad presente, los guardias se enfrentan a la batalla.
El Dueño de la Mentira sigue inmóvil allí a la puerta del castillo, detenido por el huracán de luz que gira a centímetros de su figura, ha bajado los brazos porque sabe que aquel maremágnum brillante no va a avanzar un solo centímetro más, ya no tiene fuerzas para atacar al intruso pero aún le quedan para defender el castillo. El Dueño de la Mentira lo sabe y solo espera que hasta para eso, se acabe la fuerza de aquel haz de luz que no es otra cosa que la fuerza de la Gran Hechicera.
¡Ataquen! susurra y no hace falta más, todas sus huestes se lanzan al ataque murmurando en voz grave aquel lamento que hace temblar poco a poco mas todas las piedras del castillo.
Y comienza la lucha...
Como nubes de grises insectos, las huestes negras tratan de subir al castillo de la hechicera. Sin dejar nunca de emitir aquel sonido que parece formar parte del mismo mundo y de la misma tierra.
Por las grietas que se abren en las paredes se escurren las fatídicas sombras para atacar a las ilusiones por la espalda, pero no muchas llegan a su cometido, son descubiertas por el frío que a su alrededor despiden y que es un grito de alerta para aquellos guardias que combaten por todo el castillo.
¡Cuántas ilusiones caídas por culpa de aquellas falsedades!
¡Cuántas heroicas hazañas en aquel combate desigual!
Porque así como desigual comenzó desigual continúa y más desigual se hace a cada instante, porque el sonido grave, de a por lo bajo, que las falsedades no han dejado de emitir nunca, ha derrumbado ya la pared lateral del castillo y por allí se han concentrado las escaramuzas de aquellas valerosas ilusiones con las cambiantes y multifórmicas falsedades.
Y como mentiras pretéritas, algunas falsedades han tomado cuerpo de ilusiones y destrozado a otras en traicioneras acometidas.
Ha caído parte del castillo y muertas demasiadas ilusiones, las que quedan se han apertrechado en el edificio interno.
Alrededor de los jardines montan el último refugio, aquellos jardines que su señora y ama a creado y cultivado, allí resistirán hasta que muera la última ilusión y ya no quede nada por hacer.
El Dueño de la Mentira a avanzado un paso y el huracán de luz ha retrocedido, ha avanzado otro y el huracán ha vuelto a hacer lo mismo... la fuerza de la hechicera ya no puede detenerle, ahora lo sabe y enfrenta a la luz que de pronto desaparece y le deja el espacio libre y el castillo a su merced.
"Oh... Gran Hechicera
tus últimas fuerzas se acaban
tu lucha está quedando muerta
como las tontas ilusiones
guardianas tuyas
que intentaron detenerme.
Tu castillo ya cae
tu mundo se destruye
solo te queda un puñado
de estúpidos y débiles soldados.
¿Que harás Oh Gran Hechicera?
Voy hacia ti
y ya nada podrá detenerme
¡nada!"
Y con paso seguro y desafiante avanza el Dueño de la Mentira. A su paso, sus huestes le abren camino con toscas reverencias.
Ha llegado a la puerta del edificio y nota que aquella brilla extrañamente, como si todo el oro que adorna y fortalece el maderamen tuviera luz propia y sonríe, ahora sabe donde fue a parar el huracán de luz que lo detenía.
"Tonta
esto no me detendrá
destrozaré tu barrera
con la misma fuerza
que he destrozado
tu castillo"
Y ordena a sus huestes atacar la entrada principal, con todo lo que tengan, con toda su furia, con todo el deseo de venganza que anida sus espíritus.
Pero la puerta no cede y el Dueño de la Mentira, destrozado por la rabia y carcomido por el deseo de poder que ve tan cercano, lanza un nuevo conjuro gritando con todo el poder de su voz, con el rostro desfigurado ya por la impaciencia, con el alma transfigurada por la codicia...
"¡Vientos!
acudan hasta mi
retumben por la llanura
y vengan a mi llamado.
¡Aire!
concentra tu poder en mis manos
desata tu furia conmigo
vuelve tornado al viento
y se mi mejor arma.
¡Elementos!
vengan conmigo
denme la victoria
que será también suya
y reinaremos juntos.
¡Aire y Viento
sean cañón que destruye
y ayúdenme a abatir
la última defensa
que la luz ya es débil
y el poder nos espera.
¡¡Vengan!!"
Y al último grito de aquel, una tromba de aire se forma sobre su cabeza y por la llanura viene una nube de polvo que ennegrece el paisaje y aterroriza la visión.
Tromba y viento van hacia un solo punto, y la luz que inunda el portón de entrada brilla hasta enceguecer, los guardias empujan la puerta desde dentro trancándola con sus propios cuerpos, dudan que aquello pueda servir, pero no morirán sin hacer algo.
Del viento gris que recorre la llanura sale despedido un trozo que corre aun más violento que todo lo demás, y de la tromba de aire que gira sobre la figura del Dueño de la Mentira, un invisible rastro se ha separado y va al encuentro del trozo de viento que se acerca en loca carrera.
En el cuarto de la Gran Hechicera, gruesas gotas de sudor empapan su cuerpo, el dolor de aquella cadena que la aprisiona es ya inaguantable y siente que la cadena se va cerrando sobre ella misma a cada momento que centra su poder en el portón de entrada.
Se incorpora y ve por la ventana que da a su jardín a los pocos guardias que han quedado empujando la puerta en vano intento de detener el último ataque....