He besado esta noche la desconocida boca de una mujer que no recuerdo a estas horas de la madrugada.
En que me detengo al ocio ruin -desmembrador del poco ido uso de la noche- en que esa desconocida me facilitó su estrecho cuerpo.
Estremeciéndome los óxidos de corrosivas ausencias al tedio de esperar la suerte.
Esa mujer de pronto olvido -que no sé dónde amanece- me devolvió a las amorosas faenas-la vida en el objetivo, más allá del logro-
Vuelvo al espejo aspirando la elegancia que a tu presencia era obligación natural -porque no era posible el desaliño a tus ojos-.
Regreso al gusto de vivir la noche.
Y ya me apuro el día por correr a las posibilidades; en el querer hacerme a los actuales tiempos.