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EL RAMO

(Junio - 2002)

El precioso arreglo floral con sus doce estandartes de diferentes colores llegó puntual al escritorio de Magda.

Ella no estaba en él cuando llegaron, pero si los vio pasar mientras caminaba por el pasillo de la oficia y se cruzó con el empleado de la florería, solo se le ocurrió preguntarse que para quien sería aquel hermoso ramo de rosas de todos los colores.

Al ver entrar al empleado de la florería por el pasillo que da a la oficina donde ella trabaja, se contestó la pregunta:

-Deben ser para Amparo, que suerte tiene esa chica- terminó de decirse resignada, y pensó en Amparo, una exmodelo de sonrisa hermosa y cuerpo fantástico, todos los hombres la deseaban, y no faltaba una semana en la que no le llegaban flores de algún tipo, solo que esta vez era todo un ramo y a Amparo nunca le mandaban un ramo.

La curiosidad pudo mas que ella y decidió volver a su oficina, seguro las otras chicas estarían preguntando de quien eran las flores mientras Amparo fingía no saberlo y nombraba a mas de uno de los que posiblemente se la habían enviado. Era una escena típica de Amparo.

-Aunque no es mala, ni intrigante como otras que conozco- se dice Magda - solo es coqueta, y tiene porqué, si yo fuera como ella también sería coqueta, aunque no tanto- termina diciéndose mientras una sonrisa traviesa se dibuja en su cara.

Cuando entra a la oficina le sorprende ver al empleado de la florería aun parado allí, pero no donde Amparo, sino en frente de su escritorio.

Las demas la miran intrigadas, tanto como ella mira intrigada al hombre parado allí.

-¿Si?- Le pregunta ella

-Señorita... ¿Magda?-

-Si. Soy yo-

-Tenga la amabilidad de firmar aquí por favor- El hombre le extiende un papel de entrega, ella lo firma algo nerviosa y recibe el ramo en sus brazos.

-¿Quien lo mandó?- Pregunta inquieta

-No lo se señorita, pero creo que tiene una tarjeta encima- Responde el hombre mientras se marcha.

Apenas sale el hombre todas las demás se abalanzan sobre ella mirando el hermoso ramo que Magda a recibido.

Todas, excepto Amparo, que se queda clavada en su asiento con la mirada perdida y confundida.

Rosario le habla sacándola de su mutismo:

-Que tal las flores que le llegaron a Magda ¿ah?, preciosas ¿no?- Y en su timbre de voz Amparo siente un dejo de ironía que termina molestándola.

-Si, son preciosas. ¡Con permiso!- Se levanta ante la mirada de confusión fingida de Rosario.

-Ya sabía yo que era una envidiosa- Le dice otra de las compañeras que ha escuchado la conversación.

-Si hermana..., estas son siempre así, hechas a las buenas porque son muy lindas, pero cuando alguien recibe algo que ellas nunca han tenido sacan las garras y se muestran tal como son-

Las dos ríen de la broma y se acercan a Magda que sigue buscando entre las flores la tarjeta que le dijeron que estaría.

-¿Nada?- Pregunta Rosario

-Nada...- responde resignada Magda- Se le debe haber caído al que trajo las flores-

-Posiblemente, estos nunca tienen cuidado cuando hacen sus entregas. ¿Pero no tienes una idea de quien te las ha mandado?-

-No. Ya te he dicho que no. No tengo la mas mínima idea de quien a podido ser-

-Lo que pasa es que tienes un novio y andas hecha a la santa ¿no?-

-No seas venenosa Rosario- Le responde Jimena antes que Magda diga nada.

-Mejor coloquémoslas aquí- Y dicho y hecho, Jimena hace un espacio en el escritorio de Magda y las coloca para que todas las vean.

Son ocho las mujeres que trabajan allí y el escritorio de Magda está casi al centro de la oficina. 

Jimena mira las flores y se queda contenta con cómo las dejó.

-Estan preciosas- dice Magda

-Ahhhmmmm.... si..., están realmente preciosas- le contesta suspirando Jimena.

En eso entra Amparo y sin decir nada a nadie se sienta en su escritorio. Todas se han dado cuenta que evita mirar las flores y cuando lo hace la sangre le ruboriza las mejillas.

-Está muerta de la envidia- comenta Rosario con Jimena.

-No seas así. Total, es su problema-

-Si. Como si ninguna de nosotras pudiera recibir un ramo así-

-Mejor trabajá-

-¡Oye...!- Le dice Rosario fingiendo molestarse- ya... trabajaré... jefecita...-

Magda ve ocuparse a todas sus compañeras otra vez de sus tareas habituales, pero ella no puede pensar en otra cosa que no sea en el ramo que tiene en frente, busca en su memoria y no puede hubicar a alguien que se haya decidido a mandarle aquellas flores, piensa en las fechas y tampoco encuentra una razón por las que las flores deban estar allí. En síntesis, no sabe porqué las flores han llegado hasta su escritorio.

Pasa el día y todas preguntan a Magda si se llevará las flores a su casa. Magda piensa un poco y decide que no, que estará mejor allí, de todas formas no pasa tanto tiempo en su casa como en la oficina.

Al salir mira las flores y se despide de ellas.

El ramo llegó un miércoles y Magda lo atendió durante toda la semana, era el comentario general de todas las compañeras de la oficina. Excepto Amparo, que a pesar de tratar de ser como siempre no lograba evitar que una molestia infinita inundara su bello rostro cada vez que mencionaban el ramo.

Magda no le dio importancia a pesar de los venenosos comentarios de Rosario.

Decidió dejar el ramo allí el fin de semana, su casa era pequeña y fría, la oficina era mas confortable.

En el ascensor se cruzó con Amparo quien se mostró como siempre con ella, pero evitando totalmente el asunto de las flores.

Aunque al salir del ascensor solo atinó a de decirle a Magda:

-Muy bonitas tus flores. ¿Se sienten muy especiales cuando te las mandan por primera vez verdad?-

-¿Como?- Le contestó incrédula Magda, hasta ahora no había querido creer que la actitud de Amparo era envidia, pero aquel comentario suyo terminó por confirmarlo.

-No me hagas caso, es que yo ya olvidé cuándo fue la primera vez que me enviaron flores, es que como me llegan cada semana..., una termina acostumbrándose-

Magda no atinó a decir nada, el ascensor se abrió y Amparo salió de allí como una bala. Descompuesto el rostro y furiosa la mirada.

Llegó el lunes y el ramo seguía allí, tan fresco y lozano como el día que había llegado.

Magda se acercó al escritorio y comenzó a arreglar las flores, de pronto se dio cuenta que no eran doce, sino once. Las contó nuevamente y si...,eran solo once.

-Los empleados de la limpieza- Pensó. Una molestia casi furiosa le inundó el cuerpo y se sentó en la silla con cara de pocos amigos.

Poco a poco fueron llegando todas, al final apareció Amparo.

Jimena y Rosario se acercaron a Magda para preguntarle que sucedía, ella se los contó y las tres quedaron rabiando.

Ya en la noche, cuando llegó el personal de limpieza, Magda y Jimena se dieron modos para interrogarlos, nadie supo nada del asunto, resignadas se fueron cada una a su casa.

Magda decidió dejar las flores, sabía que en su casa se morirían de frío.

Sin embargo el martes cuando, llegó Magda, habían solo ya diez flores.

Magda hizo un pequeño escándalo preguntando a todas si no habían visto algo. Nadie había visto nada. Todas parecían molestas, excepto Amparo, que cuando se enteró de la pérdida de las flores pareció sonreír.

-Es una arpía- dijo rosario.

-Y tan buena persona que parecía- Concluyó Jimena. Rosario se alegró de tener ya a una a su lado. Magda nada dijo y solo miró a Amparo entre desconfiada y dudosa. ¿Tanta envidia tenía Amparo de unas simples flores?, si a ella le llegaban flores casi dos veces por semana y todos los hombres del edificio por poco y no le dan alfombras rojas cuando ella pasa. 

-Está enferma- pensó Magda cuando sorprendió a Amparo viendo las flores y pronunciando un "diez" casi imperceptible.

Lo peor fue el miércoles, cuando solo quedaron nueve flores. Magda no pudo aguantar mas y fue a quejarse al jefe de la sección que trabajaba un piso mas arriba.

-Es un abuso- decía -ya no podremos dejar nada si no respetan ni siquiera unas flores.

-Esta bien Magda, veré qué se puede hacer- Le respondió el hombre y despachó a Magda con una sonrisa irónica en los labios.

El día pasó entre sobresaltos y comentarios de todas, incluida Amparo, aunque su voz sonaba tan falsa que Jimena no aguantó mas y se fue antes de decir algo de lo que después se arrepentiría.

El viernes a la salida solo habían siete flores en el jarrón, Magda temía, pero decidió dejarlas a ver qué pasaba, de pronto le ganó la curiosidad.

El sábado fué a ver las flores a la oficina y vió que seguian siendo siete.

-Ya es un avance- se dijo a modo de consuelo.

El lunes volvió a desconsolarse, solo le quedaban seis flores.

Terca en su posición, decidió no llevarse las flores y se quedó hasta casi las nueve. No pasó nada.

Aunque a la mañana siguiente solo habían cinco flores en el jarrón.

Reventó histérica, tanta tensión acumulada reventó de pronto y no quedó pájaro con cabeza en la oficina.

Ni Jimena ni Rosario se salvaron. Trabajó hecha un demonio lanzando indirectas a diestra y siniestra.

Amparo tuvo la inteligencia de no cruzarse en su camino. Magda esperaba que algo le dijera para desahogarse, pero Amparo ni se acercó a ella.

-Tiene actitud de culpable- Comentó Rosario.

-Si, ya todos saben que es ella- Respondió Jimena.

-¡Si me dice algo va a escucharme!- comentó furiosa Magda.

Esta vez no se quedó pero si regresó a la oficina casi a las nueve y media, el jarrón ya tenía solo cuatro flores.

Llamó al guardia que cuidaba la puerta y preguntó quienes se habían quedado hasta tarde.

El otro le dio una lista y leyó los nombres de personas que no conocía, la empresa era inmensa, todo el edificio y era casi imposible conocer a todos, ¿pero esperaba ella encontrar un nombre especial allí?. ¡Por supuesto!, pero el nombre de Amparo no estaba.

El miércoles todas llegaron a contar las flores, y solo vieron cuatro. Nadie dijo nada, y Magda menos, estaba decidida a llevarse esa noche las flores a su casa.

Pasó el día tan tenso como el anterior, pero Magda tampoco pudo llevarse las flores a su casa esta vez, hubo reunión de la oficina, una cena, mas propiamente y no pudo irse con las flores a cuestas.

A la mañana siguiente llegó temprano a la oficina y vio las tres últimas flores en el jarrón. Ya no podía evitar ponerse furiosa, furiosa de veras.

Otro día tenso en la oficina.

Tampoco pudo evitar su mal humor y al final todas estaban idiotas gritándose y tratándose secamente entre ellas.

Un momento de esos Amparo se acercó a Magda y le dijo:

-Tanto escándalo. Ya te regalarán otras flores.-

Magda no aguantó el comentario y cuando estaba por cantarle sus tres frescas a Amparo, entró el Jefe de Sección y todas se calmaron.

Amparo salió de la oficina furiosa como nunca.

Magda estaba igual.

El jefe les hizo las últimas recomendaciones para el balance de fin de mes y cuando vio que no había preguntas se marchó, sintiendo en el aire un aroma a batalla inminente que casi lo hace irse corriendo.

Sin embargo nada pasó, Amparo no se apareció por allí en toda la tarde. Cuando preguntó le dijeron que estaba en Gerencia.

Estaba tan molesta que se fue hasta allí a buscarla.

-Estaba aquí hasta hace un minuto pero se fue a "Personal", seguro debe estar cobrando sus horas extras- Le dijo la secretaria de allí.

-¿Horas extras?- Preguntó Magda -Pero si ella sale junto con nosotras.

-Si, sale, pero regresa a las siete y media y se queda hasta las diez, está con el equipo de auditores ayudando como su secretaria-

A magda ya no le quedaban dudas, era ella la culpable, Amparo se había estado robando sus flores. No quería creerlo pero todo la apuntaba.

-¡Y tantas veces la defendía a la muy perra!- murmuró para si Magda ya fuera de si.

Para fortuna de Amparo, Magda se quedó trabajando casi hasta las ocho con el jefe de sección que la mandó a llamar para explicarle lo de la auditoria que abría en la oficina.

-Yo confío mucho en usted. Espero no me defraude. Amparo tenía que estar aquí pero últimamente a estado cometiendo muchas torpezas, así que usted tendrá el trabajo de ella ahora. Si le interesa, claro- Le dijo el hombre. Magda se puso a pensar y toda triunfante dijo:

-Claro que acepto. Yo no voy a defraudarlo señor-

-Entonces la espero a las siete y media en Gerencia de Finanzas-

-Hasta las siete-

-Hasta las siete. Magda-

Se fue a gerencia a las siete y al salir pasó por su oficina. Ya solo habían dos flores.

El jefe insistió en llevarla a su casa al salir de la auditoria, sin darle tiempo de recoger las flores. Magda estaba tan cansada que se resignó.

-Mañana me llevo las flores- Pensó -sea como sea-

Al día siguiente Magda al llegar a la oficina media hora mas temprano, vio que Amparo ya había entrando.

Sin que la otra la viera la siguió. La vio apresurarse y entrar y salir de la oficina donde ambas trabajaban.

Cuando Magda llegó a la oficina solo había una flor en el jarrón.

-Debían de ser dos- Pensó -Amparo se ha llevado la otra- Se dijo y salió corriendo a buscar a Amparo.

-Esto es el colmo- se decía - tanto lío por unas tontas flores. Esta mujer está enferma. Pero ya me va a oir...-

De pronto vio a Amparo parada en la puerta del "Departamento de Sistemas", junto a ella estaba un hombre, lo recordaba apenas, un día en que su computadora estaba mal, el había venido a arreglársela. Nunca mas lo volvió a ver. Sabía que era uno de los jefes de área y que solo porque había una reunión por allí había ido a ayudarla, los técnicos son los que hacen ese trabajo generalmente.

Aquella vez le pareció muy agradable y atento, ahora lo veía nuevamente pero abrazado de Amparo, besándola con tanta pasión que le avergonzó estar parada allí espiándolos, sorprendida porque a ellos no les importaba que pueda llegar alguien y verlos.

Se quedó unos segundos mas miràndolos y se marchó.

Amparo pidió licencia ese día y se fue temprano. Después se enteraron que había renunciado, así de pronto, sin ninguna explicación, nunca mas volvió por la oficina.

Magda decidió guardar esa última flor y el jarrón donde habían estado las otras once desaparecidas flores.

Todas construyeron la leyenda de que Amparo le robaba las flores a Magda para dárselas a su querido novio del departamento de sistemas.

Se tejieron muchas conjeturas al respecto. Magda nunca pudo sentirse totalmente tranquila con respecto a la historia de Amparo. Le hubiese gustado mucho aclarar todo con ella.

Aunque muchas veces que lo pensaba sentía que era una estupidez enojarse por unas flores.

-Pero hermana..., ¡Es el hecho!- le decía Rosario -¡te estaba robando!, y eso no se hace... ¡Lo que pasa que tu eres una boba!. Si la ves de nuevo seguro la vas a tratar como una gran amiga- Le dijo resignada Rosario.

-Posiblemente- es lo único que dijo Magda.

Duró un tiempo la charlatanería con respecto a Amparo, después se convirtió en anécdota y al final solo se la recordaba en las reuniones de la oficina. 

Años después, cuando Magda dejó la empresa, por que esperaba un bebé, recibió una carta de Amparo.

-"Hola Magda.

Siempre he querido escribirte para contarte un poco lo que pasó cuando trabajabamos juntas, te mereces una explicación aunque ya parezca tonto después de tanto tiempo, pero sentía que tenías que saber lo que pasó conmigo con respecto a ti aquella vez.

La historia es larga pero trataré de resumírtela aquí.

Una vez, años antes antes de que yo trabajara donde me conociste, era modelo y trabajaba en una agencia de gran renombre en la ciudad, allí también recibí un ramo, igual que el tuyo, con doce rosas de colores diferentes, e igual que en el tuyo también fueron desapareciendo las flores hasta quedar solo una.

A mi no me importaba tanto así que ni me preocupé porqué cada vez quedaban menos.

Cuando quedó solo una, apareció el dueño de las flores con las otras once y me dijo que era solo una manera de decirme que me quería mucho y halagarme con lo único que conocía, las flores.

Yo me reí de él y le corté las alas, en ese tiempo unas tontas flores era lo último que esperaba de un pretendiente, me había vuelto totalmente superficial.

Durante mucho tiempo trató de conquistarme pero jamas le di esperanza, solo me reía de el y de todo lo que hacía por mi.

Un día desapareció de mi vida y me di cuenta que en realidad él había sido el único que nunca me trató como solo una tonta modelo, sino como una persona. Tan solo eso, como persona.

Cuatro años después de eso sucedió lo de tus flores y vino a mi memoria todo aquel tiempo con él detrás mío y yo riéndome como tonta de sus halagos, y me di cuenta que lo quería en verdad, que jamas podría estar sin el, que mi vida se había vuelto vacía en torno mío sin el amor que el me había dado, así que decidí averiguar donde estaba. Lo mas terrible era que no recordaba su nombre, solo el apodo que le pusimos aquella vez entre las demás modelos y yo: "Flaco", así lo llamábamos. Al final decidí esperarlo todos los días para encontrarlo cuando vaya por las flores, pero el trabajo con auditoria me mataba el tiempo y siempre llegaba tarde.

El último día que estuve en la empresa pude encontrarlo por fin, averigüe donde estaba porque uno de los empleados del servicio de limpieza resultó ser su cómplice, y me dijo donde encontrarlo, tomé una de tus flores y me fui donde el.

Cuando lo vi le pedí perdón por todo lo que le hice antes y le pedí que me diera una oportunidad. Fue difícil, realmente pensaba en ti y mucho, pero aun tenía ese poder sobre el y logré convencerlo.

Luego me fuí de la empresa y con el tiempo el me perdonó y nos casamos ya hace un año.

Te ruego me perdones, no quise que todo fuera tan mal ni que pensaras eso que pensaban todas de mi, al final me di cuenta que la única que nunca creyó que era yo quien me robaba las flores fuiste tu, por eso he llegado a sentir este cariño tan inmenso por ti, ademas de que gracias a ti pude encontrar nuevamente a alguien a quien creía perdido.

Magda, estoy esperando un hijo, espero que no te moleste que si es niña la llame como tu.

Cuídate mucho y que Dios te bendiga

 

Tu amiga por siempre:

Amparo"

 

La carta terminó así, Magda cerró el papel, sonrió y guardó en su memoria la historia mas extraña que vivió en su vida.

 

Fin

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