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El abuelo descansa en la cama de hospital de sábanas curtidas.  yo lo veo dormir y siento su respiracion débil. Recuerdo cada momento con él, como si no hubiera pasado el tiempo. Cuando me entregaba en la escuela y con mis brazos pequeños, me aferraba a su pantalon de dril color café, queriendo regresar a casa, Los paseos al parque, La fabricación de globos de papel,  Las paletas de agua de doña nina,  Me tomaba de la mano y decía: 《muchacho, vamos donde nina es hora de refrescarse!》 -- no puedo respirar, ayúdeme por favor, voy a morir. Dice el paciente detrás de la cortina de mi abuelo. Dejo mi abuelo un momento, y hablo a la enfermera, que está en la puerta de entrada. --Señorita el señor le habla. Esta arregla su vestido blanco y acomoda sus grandes tetas, caminando hasta la cama. -- sí, sí, ya oí, cálmate. Lo hace siempre, no te preocupes.- contesta con voz fuerte, acomodando la máquina. El abuelo es un hombre jocoso, animado, formal, siempre encontrando el lado bueno de las cosas. Nunca recuerdo el abuelo enojado, para todo una sonrisa entre labios cerrados.  Heriberto ve a la tienda! Decía mi abuela. Heriberto esto, Heriberto lo otro, Solo lo hacía sin ningún reproche. El verlo ahí con tubos y agujas en su cuerpo me causa un gran dolor que no puedo describir. -- el cielo lo crei diferente, lleno de mujeres hermosas vestidas de blanco.- despertó hablando despacio- hey! Llorikon, ¡hey!- -- ¿que quieres Eri?- contesta el hombre del lado. -- cigarros tienes?- dice mi abuelo. -- ¡eso te va a matar, Maldito anciano! Ya ni siquiera puedes fumar. -- primero te irás tú, anda pásamelo con mi nieto. -- Abuelo tu no puedes fumar por eso estás así. Recuerda el médico.- -- dejate de bobadas, un cigarro más o un cigarro menos.- Estiro su mano y movía sus dedos con gesto de tomar los cigarros. Corrí un poco la cortina y el viejo calvo de barba, pasó su mano por debajo de la almohada, saca una cajetilla de cigarros. La máquina a su lado tiene un sonido particular. bib, bib, bib, bib, y unas líneas verdes que se mueven de arriba a abajo. Me miró como si no me viera, y su mano estaba temblando y fria al contacto.  Los cigarros bailan en la caja, los tomé y Entregue  a mi abuelo. -- Hey, llorón, gracias. Hey, gracias te digo!.- dice mi abuelo a su amigo- Nadie contesta detrás de la cortina. El bib, sigue sonando. -- oye, Gonzalo, por qué no contestas? Abre, abre la cortina!- dice mi abuelo,  Rápidamente abrí la cortina. -- no dejas dormir!, maldito pelón.- contesta el viejo amigo.  -- jajajajaja, estupido anciano, que susto me diste. Pásame la candela, está bajo el colchón, de este lado,sí. El abuelo encendió el cigarro y dio una bocanada de aire profunda. Las enfermeras ya no estaban. Ocupan más tiempo cotorreando que con los pacientes de turno. -- solo quedan veinte minutos de visita.- dije mirando el reloj- -- veinte minutos, está bien, es más que suficiente. Jajaja. Sonrío, botando el humo por boca y nariz. Eres un buen chico. -- y Consuelo? Por qué no ha vuelto? Muy ocupada. -- humm, no lo sé abuelo, me imagino. Muchas veses ni yo la veo.- Hubo un momento de silencio, él miraba el reflejo de luz en la ventana. Abuelo Tengo que irme. Le di un beso en la frente, y salí de este lugar frío ,  triste, lúgubre.

Al día siguiente me escapé del colegio para ir donde mi abuelo. estaba inmóvil, con los ojos abiertos, no pronunció palabra. -- que te pasa abuelo?- le pregunté. de sus ojos marchitos comenzaron a salir algunas lágrimas. -- que te pasa? Quieres un cigarro? Miro hacia el lado de la cortina gris, con sus labios temblorosos. -- ya no hay nadie que me dé cigarros.- contesto con voz entrecortada- Abri de inmediato la cortina y la cama estaba sola y arreglada. La máquina del bib dejó de funcionar. No supe que decirle a mi abuelo, sentí un nudo en la garganta.  Lo tomé de la mano y trató de apretarmela con un poco de fuerza. -- creo que otra vez iremos al parque.- me dijo él. -- claro que sí- conteste. Esa tarde recordamos muchas cosas juntos, y con la familia. Al terminar la visita le di un beso en la frente, y antes de irme me dijo. -- vive para ser feliz, nunca para hacer riqueza. Dos días después, estando en clases, mi madre fue hasta el colegio por mí, Fue algo extraño. Nunca lo hacía, Salí de clases y allí está mi madre parada frente a la rectoría, llegué donde ella se arrodilló y me abrazo fuerte. --El abuelo  hijo, se fue.- dijo con voz de llanto- Sentí un chuzon en el corazón, era mi héroe, Mi amigo. Esa tarde no regrese a clase, deje a mi madre en casa, Camine despacio hasta el parque. no se cuanto estuve allí. Trate de ver entre la gente a mi abuelo, pero no sucedió nunca. Veía mi imagen de niño correteando las palomas, y él tras de mí, siempre sonriendo. Juan Carlos r. Villegas.    

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