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Agradezco profundamente a los directivos de esta maravillosa página por brindarnos el espacio de expresión, también a los lectores por los amables comentarios.

Un abrazo.
Marváz.
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El cuerpo en el estricto sentido de ser sólo el cuerpo.

La luz cae delineando tu cadera, la suave tersura de la piel, la división de músculos y tendones; es entonces que la vista se pasea igual que caminando por pastizales de una belleza insólita, los pastizales andados y reconocidos. Las piernas anchas se dibujan en un claro exceso de seducción, los muslos (lo sé) son tersos y perfectos para asirse a la hora de mayor urgencia, los imagino aleteando, abriendo, cerrando; apenas todo es el prefacio de la maravilla que te parte, la que te expone a la imaginación y la lujuria.

Habría que hablar de eso también, de la lujuria en que se transforma la inocencia con la que llegas a cualquier lugar. A medida de despojarte de la ropa tu actitud se convierte, así dejas a un lado a la tierna y dulce, cae con cada prenda y hasta el rictus cambia. Es lógico, pues, que los estragos que causes en quienes te vean, sean como golpes certeros en un combate del que siempre saldrás victoriosa. Sabes el modo en que los hombres te observan y lo sé yo.

Navegando en los años, los del tiempo de tenerte: lo sé. Invariablemente te acarician con la mirada, poseen, hacen suya ¿Recuerdas las miradas? Eran manos lascivas de estrujarte, es obvio. Imposible culparlos, le llenas los ojos a quien sea hasta el desbordamiento.

El andar por el cuerpo majestuoso que tú tienes, es explorar los límites de la piel, reconocer los aromas de campos recién llovidos, aspirarte el pecho… es necesitar refrescarse en el agua salada y transparente de esa delta tuya.

Tu cuerpo en el estricto sentido de ser sólo un cuerpo: es un prodigio de magia.

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