Y suban; abordo entre los pasillos me encuentro caminando; rostros ajenos, atentos, dispersos me contemplan dejándome la duda en la boca, en la palabra. En medio de esta confusión ella me saluda, sonríe, ríe; yo le pregunto, contesta.
(Iremos a pescar, levántate entonces a las cuatro de la madrugada de lo contrario no conseguiremos nada; eso dijo)
- ¿Por cuál línea del metro llegó?
- Línea dos.
La niebla se materializa, obtiene pasos, obtiene forma, camina, toca puertas y abre ventanas. Observo a la distancia contando guijarros de múltiples colores e infinitas formas.
(Normalmente te dirán que lo esencial en este deporte es un buen equipo, carnada y técnica; sin embargo, olvidan que lo más importante es la paciencia)
Ella se llama Ana…
(Cuando lleguemos al lago no seas un extraño, respira el aire, toca la tierra y sumérgete en el agua)
- ¿A dónde piensas ir?
- He de dar una visita inesperada.
En medio de la algaba la he conocido…
(Contempla el panorama y dime si al cerrar los ojos y al abrirlos sigue siendo la misma imagen)
- ¿Tú?
- Aunque no lo creas.
A veces me llama niño. Aunque es risueña y tranquila, la he visto exaltarse…
(Si lo has entendido agarra tus cosas y sube al bote, el cardumen ha salido a superficie y debemos atraparlo)
- Ve con cuidado.
- Lo mismo digo.
Ahora lo acepto y no lo dudo. Posee unos ojos cafés muy expresivos que constantemente miran a los lados cuando está nerviosa.
(Antes de empezar recuerda respetar a la naturaleza)
Ahora lo comprendo. Le escribo otra carta que espero le agrade.
- Espera, se te olvida.
- Ya te lo querías volar.
- Me crees tú.
- Por eso lo digo.