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Hace unos años, no muchos como digo en la mayoría de mis historias, tuve un amigo aficionado al Chapulín Colorado, y repetía a toda hora los dichos de este personaje si la situación lo ameritaba… o cuando se le ocurría.

Lo que más le gustaba era cambiar el orden de las sílabas en las palabras como el superhéroe y decía: “Que no panda el cúnico”, se me lengua la traba, Panorando el contemplama y otras muchas frases de su invención. Algunas groseras como Me incula un porto, para indicar que lo que estaba escuchando no le importaba un comino-

Olvidaba comentar que mi amigo era profesor de primaria y dictaba la clase de español en los grados menores, de manera que les narraba cuentos infantiles para motivar a los chicos, pero a su manera. Los niños, repetían en los recreos, y en sus casas, las historias de su querido maestro, porque en verdad estaban encantados escuchándolo porque también veían el programa del Chapulín y repetían muertos de risa los dichos:

Ladra que muerde no perra.

Perro que no ha de ladrar, déjalo morder.

Más vale prevenir que cien volando.

Más vale pájaro en mano que lamentar.

No hay nada nuevo que dure cien años.

No hay mal bajo el sol.

El que tiene más saliva rie mejor.

El que no se arriesga, jamás su tronco endereza.

Árbol que crece torcido no cruza el mar.

Dime con quién andas y te enderezare el tronco.

Árbol que crece torcido y te diré quién eres.

Más vale andar sólo que ser invitado.

Más vale llegar a tiempo que mal acompañado.

En los hogares empezaron a preocuparse por la costumbre de los niños de imitar al profe y al personaje. Pero como los chicos aprendían no era cosa de preocuparse. El asunto tomó potro rumbo cuando al docente le dio por cambiarle todo a los cuentos de hadas y empezó con Blancanieves. Esta historia es la que me dio el título para este artículo. Pero también estaba Pindiez por Pinocho, La Linda roncadora por la bella durmiente, La preciosa y el horripilante, Etc.

En realidad, todos nos divertíamos con las ocurrencias del maestro, pero como no hay mal que dure cien años ni enfermo que lo resista, pues al profe le hicieron un llamado de atención y lo convirtieron en un maestro normal muy poco divertido. Síganme los buenos.

Su profe, Edgar Tarazona Angel

 

 

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